- ¡Maldita sea, cállate! - exclamé estresado luego de abofetear al rubio joven frente a mí. La sangre bajaba por su frente, por su pómulo izquierdo y ahora por su labio.
Llevaba veinte minutos con él allí y aún no decidía su fin. Era bastante guapo y rodeaba los veintiocho años. Él no rogaba, no suplicaba y solo me tenía harto con sus peticiones de que me llevara el auto y lo dejara en paz.
Estaba cansado mentalmente. El chico no era una víctima cualquiera, el chico temía por su vida pero no tanto como otras personas. Claro que tenía miedo pero siendo la segunda víctima de la noche ya no podía diferenciar entre falta de convicción y depresión.
Mi primera víctima había sido un sujeto de unos 90 kilos con barba castaña y poco cabello. Suplicó tanto que daba lástima. Por más que le ordenara que se callara no lo hacía y solo pedía a gritos que lo dejara, que no diría nada y que si quería me daba dinero. Lo que se espera que alguien diga en una situación así. Me dijo que tenía hijos y esposa, me dijo que tenía perro, me dijo donde vivía y no era muy lejos de donde quedó su cuerpo, pues ya estaba fuera de Baltimore.
Llevaba una llave inglesa en el suelo del auto en medio de su desorden y con ella acabó el asunto pronto lo cual me había dejado insatisfecho, el cuerpo me dolía, mis musculos estaban tensos, eso no era lo que quería, entonces me retiré a la avenida y llorando, pronto el joven se detuvo a ofrecerme ayuda. Le pedí que me llevara a la casa del obeso sujeto y unos cinco metros antes hice que se desviara hasta este punto.
Al hacer que parara el coche él se estremeció pero sus ojos estaban vacíos aunque repito, quizá fue cosa mía, luego tomé una botella de vidrio que tenía junto a él y traté de darle en la cabeza, más él abrió la puerta y terminé dándole en el hombro, por lo que procedí a saltar sobre él, haciendo que cayera al suelo y entonces le propiné un golpe con un trozo de tronco que estaba a mi alcance, lo cual hizo que se desorientara y yo me pudiera levantar. Luego lo senté contra el coche y entre golpe y golpe terminamos ambos exhaustos aunque de diferentes formas.
- Vamos, llevate el coche y déjame ir - insistió con completa calma luego de unos segundos de que yo no hacía nada - Si te sirve de consuelo, tengo algunos problemas con la ley así que no hablaré con la policía. No tengo mucho dinero pero te doy mi coche, solo déjame, hombre - siguió con un tono neutro en su voz.
No podía saber si lo decía en verdad, no podía dejar que se fuera. Sus ojos verde esmeralda me recordaron a los míos y me arrodillé para verlos de cerca, entonces el chico me tomó por la camisa y me botó al suelo, inmovilizándome al ponerse sobre mí.
- Mierda, no digas que eres policía - hizo un mohín y rió.
- Claro que no, no soy un cerdo - luego me propinó un puñetazo directamente en la boca haciéndome soltar un gemido de dolor - Seré muchas cosas, pero no un cerdo - entonces se acercó a mi boca y lamió los labios grotescamente retirandome la sangre de los mismos - No eres el único loco suelto por ahí, no tienes experiencia - giñó un ojo y volvió a mi boca, pero para besarla.
En medio de mi confusión le correspondí. Ese día aprendí que sirve jugar a la victima y que es cierto eso de que nos cruzamos todo el tiempo con psicópatas, asesinos, entre otros.
Todo sabía a sangre, pero fue encantador. Eso inmediatamente generó un choque eléctrico por todo mi cuerpo como jamás había ocurrido. Ni las revistas, ni las películas, ni las fantasías ni la basura de McCracken hubiesen podido hacerme sentir eso, ni todas juntas, estoy seguro. Eso era completamente diferente y solo había sido un sucio beso con dos sabores de sangre mezcladas.
Lo pateé por la impresión al él deslizar una mano por mi pierna. Traía malos recuerdos del peli teñido con cara de adicto que una vez fue mi novio, pero contrario a lo que pensé eso lo hizo seguir, entonces pensé que si me negaba iba a seguir y entonces iba a ser traumático, pero a la vez pensé que realmente no quería que se detuviera. Si Frank podía conseguir zorras yo también podía.
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Unforgettable [Frerard]
Fanfiction¿Cuántas veces se hace algo con una intención y termina al revés? Con él no fue la excepción. Nadie contaba con que lo que ocurriría ni con que encontraría su cura, o más bien, su detonante.