Capitulo 5

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Observo las olas a la distancia, sintiendo frió con la poca ropa que se encontraba usando junto a las protecciones, el Mantine que se encontraba a la orilla no había parado de mirarla mientras ella se decidía a viajar en su lomo en lugar de ir y buscar un barco para que la llevara a la siguiente isla.

Pero, en realidad, no quería buscar ningún barco, ya había tenido que viajar en uno durante varias horas, y no aprovechar el exclusivo servicio que prestaba la isla, sería un total desperdicio de su visita. Eso y que cuando hablo con las señoritas de la carpa, le explicaron que durante el viaje podía, literalmente, "farmear" puntos de batalla, esos necesarios PB para comprar sus artículos de crianza, los que lamentablemente no podían viajar desde su casa o los laboratorios con ella.

Era irónico la paz y tranquilidad que el mar podía traerle, en el fondo, le gustaba poder apreciarlo durante el día, cuando su color se convertía en un hermoso azul celeste que le recordaba aquello que se había desvanecido de la noche a la mañana, con la esperanza de encontrarlo una vez más, algún día...

—¿Esta lista?

Miro hacia su derecha, sonriendo, mirando al surfista que le había prestado los protectores y que igualmente le prestaría el Mantine para poder surfear y llegar a la otra isla, sintiendo la adrenalina apareciendo lentamente en su sistema conforme se armaba de valor y se acercaba al agua, alegrándose casi tanto como el Mantine que la estaba esperando.

—Sí, estoy totalmente lista.

—En ese caso, tenga mucho cuidado señorita, llegue a salvo a la otra isla.

Se subió a la espalda del Mantine con cuidado, siguiendo las indicaciones que le habían enseñado hace algunas horas cuando pregunto sobre todo lo que tenía que hacer para poder surfear en lomos de aquel Pokémon, emocionada por lo que estaba a punto de hacer.

—Bien, es hora de ir hacia Akala.

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Baja de la espalda con confianza, emoción, la cabeza en alto mientras mira el brillante cielo azul sobre su cabeza, sin siquiera poder adivinar si había pasado mucho tiempo en su viaje de isla a isla, antes de dejarse caer sobre la arena de manera repentina, haciendo lo posible por lo tocar el suelo con su cabeza ante la posibilidad de llenarse aún más de arena, rezando porque hubiera regaderas para quitarse la arena que ahora tenía en brazos y piernas, así como el agua salada que le había salpicado y con la que, literalmente, se había tenido que bañar cuando una pirueta salió mal y terminaron cayendo de cara contra el agua.

Respiro profundo, intentando contener los ascos provocados debido al mareo y la falta de adrenalina que le había ayudado a no vomitar encima del Mantine, aun no estaba tan lejos del agua de mar, por lo que no podía controlarlos totalmente, lo cual sonaba horrible en su mente ante la constante posibilidad de vomitar en la arena.

—Se-señorita, ¿se encuentra usted bien?

No se movió ni un centímetro, tampoco abrió la boca para contestar, esperando a que acidez dejara de quemarle la garganta y asegurándose de que el horrible sabor no iba a salir por su boca, sus ojos picaban debido a la sal en el ambiente, aunque las leves y agradables palmaditas que aquel hombre le estaba dando en la espalda, poco a poco empezaron a ser una ayuda para el mal momento que estaba viviendo.

—Tranquila, tenemos una tienda medica por si alguien se lastima en el surfeo, venga conmigo por favor.

Se levanto temblorosa, apoyándose en el brazo del amable señor mientras seguía con la boca fuertemente cerrada, debía de practicar muchas veces antes de decidir volver a montarse a lomos de un Mantine, de no ser así, a la próxima de seguro si se iba a vomitar, todo había ido tan bien en su bonito surfeo, hasta que el vértigo en los saltos tuvo que arruinarlo todo.

Un camino espinosoWhere stories live. Discover now