IV

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― ¿Estás bromeando?, ¡claro que me gustan!, realmente pareces una fotógrafa profesional― comentaba la de menor edad emocionada mientras veía las últimas fotos que le habían tomado—. Debería pedirte a ti si quieres ser mi fotógrafa, ¿qué dices?



Antonia aguantó un chillido, bebió del café que había pedido y luego asintió repetidas veces antes de hablar: —Claro que me gustaría.



—Entonces ya estamos. Oh, ¿eres tú?, es una bonita foto.



Observó la pantalla de la cámara notando que efectivamente era una foto suya, más exactamente de cuando salió con sus amigas y ellas quisieron hacerle una sesión de fotos la cual aceptó. Soltó una suave risa al ver la foto donde aparecía con un poco de helado en la punta de su nariz.


—Mis amigas la tomaron un día, unas de ellas también estudian fotografía— explicó, en ese momento recordó que desconocía lo que estudiaba la muchacha, bebió otro poco de café antes de hacerle la pregunta—. Por cierto, ¿estudias algo?


La menor negó con la cabeza entregándole la cámara a su dueña. —No sé qué estudiar, mis padres dicen que estudie lo que me gusta pero realmente no sé qué me gusta, y ya tengo diecinueve por lo que siento más exigencia— lucía apenada, un suspiro había abandonado sus labios, luego tomó unas papas fritas para untarlas en mayonesa antes de comerlas—. ¿Cómo supiste lo que querías estudiar?


—Porque a mi padre le gusta la fotografía solo que lo hacía por diversión, entonces yo decidí especializarme en eso, aunque de haber sido por mí, me gustaría haber estudiado sociología.


Amelie hizo una expresión de asombro antes de hablar. —Pero esas son carreras muy distintas, ¿piensas algún día estudiar lo que quieres?— la adversa negó con la cabeza—. ¿Por qué?


—Planeo dar cursos de fotografía después de tener experiencia laboral, también trabajo en una cafetería así que no puedo hacer tantas cosas a la vez— explicó.


Algo de lo que Amelie se dio cuenta era que Antonia parecía el tipo de persona que planeaba de forma meticulosa su vida, entonces podía llegar a frustrarse fácilmente si algo le salía mal. No le quiso decir nada de eso, solo asintió antes de seguir comiendo hasta que acabó, lo mismo la adversa, quien ya estaba limpiando la comisura de sus labios con una servilleta.

Antonia se ofreció a tirar la basura, dejando la bandeja sobre las demás que se encontraban sobre el basurero, luego volvió a su asiento notando como Amelie se encontraba can la atención puesta en su celular.


—Mi padre vendrá para comprarme ropa, ¿te gustaría acompañarnos?


Sintió como si su corazón se hubiese detenido aunque motivos para ello no los hallaba; ni siquiera eran pareja, sin embargo el hecho de conocer al padre de su "amor platónico" le había tomado por sorpresa. Asintió a modo de respuesta.

La mayor se encontraba deprimida en cierta manera, se supone que enamoraría a Amelie pero no había hecho nada para lograrlo, quien parecía llevar las riendas de todo era la menor y ello junto a su introvertida forma de ser no le daba la oportunidad de hacer mucho más allá de invitarle a comer.

Esperaron alrededor de unos minutos mientras conversaban, Amelie volvía las conversaciones más divertidas para Antonia, tenía un montón de ocurrencias e ideas de lo más alocadas, sin embargo en ningún momento se había tocado el tema de que era una "influencer", aquello le extrañaba a la de menor estatura pero prefirió dejarlo así ante la posibilidad de que la adversa podría molestarse o algo similar.


— ¡Oh, eres Amelie!, te sigo hace tiempo, ¿podrías tomarte una foto conmigo, por favor?, ¡chicas, es Amelie!


Habían sido interrumpidas, la aludida miró primero hacia su acompañante quien asintió, a los pocos segundo tres jóvenes más se acercaron adonde estaban, parecían ser amigas de la muchacha.


— ¿Tú puedes tomarnos una foto?, no te va a tomar mucho tiempo, toma.


La de cabellos teñidos iba a hablar hasta que fue interrumpida por Antonia quien aceptó, enfocó con el celular que le entregaron y luego tomó la fotografía, sin recibir un agradecimiento aquel grupo se retiró. Amelie le miró.


—No tenías que hacerlo.


—Ya lo hice, no te preocupes.


—Claro que me preocupo— sin querer elevó su tono de voz llamando la atención de algunas personas que caminaban por ahí—. Fue grosera contigo, no tenías por qué obedecer, además tampoco te agradeció, era lo mínimo que pudo hacer— unos segundos que parecieron minutos rodearon a las jóvenes, Antonia se encontraba sentada y cabizbaja como si hubiese sido regañada por sus padres, Amelie por su parte estaba sentada con el celular entre sus manos, el silencio era incómodo y al no saber qué decir o hacer le tomó con disimulo una fotografía a la muchacha, tras ello fue al chat de ambas para enviarla, rápidamente escribió.



«¡Que linda!»



Vio como la joven tomaba su celular y veía el mensaje, sonriendo. Amelie también sonrió, sus miradas se encontraron, quedándose así por un tiempo, luego rieron mientras sus mejillas se teñían de un tenue y adorable color rosáceo.

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