VIII

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Esperaba de todo menos lo que le deparó el destino, entre respiraciones agitadas, susurros, caricias y besos la noche se volvió casi un parpadeo pero un parpadeo mágico, aquel que esperó durante tantísimo tiempo. A su lado Amelie descansaba cubierta con las mantas de la cama perteneciente a la dueña de casa, a un lado en la mesita de noche se encontraba un plato con unos pedazos del bizcocho que había preparado Antonia, entre tanto amor de la noche también tuvieron tiempo para comer y conversar, el único problema era que aún ocultaban algo, cosa que ambas lo sabían pero buscaban cuando decirlo, entre ese pensamiento Antonia recordaba que debía ser ella quien enamorase a su contraria pero en todo ese tiempo Amelie era quien la enamoraba cada vez más.



—Amelie— le llamó susurrando cerca de su oído, esta emitió un suave sonido en señal de que le escuchaba—. Tengo que decirte algo— finalmente abrió los ojos antes de acomodarse mirando hacia la mayor, poniéndola aún más nerviosa—. Yo, te seguía hace tiempo pero para hablarte dejé de hacerlo, entonces cuando hablamos lo hice nuevamente. ¡No es que sea una acosadora!, es solo que apenas vi una foto tuya y no pude evitar fijarme en ti, creí que era solo un simple fanatismo pero entonces empecé a reaccionar y dejarte comentarios pero como no respondías pensé que podría pasar desapercibida...— el dedo índice de la muchacha sobre sus labios le hizo callar.


—Entonces tú eras esa peculiar joven— rió fingiendo que apenas la conocía—. Lo supe desde un principio, cuando me sigue alguien nuevo siempre reviso su perfil pero creo que yo fui más disimulada que tú— volvió a reír viendo como las mejillas ajenas se encendían por la vergüenza—. ¿Por qué crees que acepté tan pronto?, reconozco que en ese momento me descuidé un poco, ¡pero tampoco te diste cuenta!


Antonia no aguantó más por lo que Amelie acabó recibiendo una almohada en su rostro además de intentar salir de la habitación pero fue detenida por una suave mano, la menor le había acercado a su cuerpo además de robarle un beso, cosa que al parecer ya se le había vuelto costumbre.

—Anto, creo que esto quizás sea un poco apresurado pero, ¿te gustaría intentar algo conmigo?


Su boca se abrió en forma de "o" y sus ojos parecieron brillar, asintió repetidas veces antes de hablar: —Sí, quiero intentarlo.


Dos meses llevaban de relación no totalmente oficial, Amelie sabía que su "pareja" estaba en clases por lo que tras conseguir que su amigo condujera un auto fue a las afueras de la universidad para esperar a su amada.


— ¡Amelie!


— ¡Antonia!


Ambas iban en los asientos traseros de las manos tomadas con los dedos entrelazados, en un movimiento rápido la menor tomó una foto para luego etiquetar a Antonia y finalmente publicarla, los comentarios no se hicieron esperar y por curiosidad Antonia revisó aquellos, algo le hizo fruncir el ceño y estar a punto de escribir, Amelie rió.


—¿De verdad vas a ponerte a pelear en Internet por mí?


— ¡Pero... Tú me regañaste cuando esas niñas te pidieron una foto, ¿y no me dejas a mí defenderte?


—No hace falta, puedo bloquearlos, ¿está bien, cielito?— no hizo ese comentario por cariño, ya que no utilizaban ese tipo de apodos, lo hizo para ver el sonrojo sobre las mejillas de la mayor.


Luego de despedirse, el amigo de Amelie se fue diciendo que le avisaran cuando volviera a buscarlas.


—¿Dónde vamos, Amelie?


—Por ahí.


Antonia hizo un mohín antes de seguirla, caminaban a la par solo una sabiendo la dirección que tomarían, ese día la mayor había salido tarde por lo que las luces de la plaza donde se encontraban daban cierta calidez e intimidad al ambiente, Amelie tenía planes de por medio pero también los tenía Antonia, sin querer era una competencia por ver quién se atrevía hacerlo primero.
Se detuvieron, estaban frente a una fuente de agua donde se podían reflejar las estrellas junto al cielo, en una bella mezcla.


—Amelie— dijo tímida—. Te amo...


La aludida sonrió.


—También te amo.

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