XII

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Roy se adentró a la habitación de su querida subordinada, y echándole la culpa a los años de contener su deseo, se colocó detrás de ella y colocó ambas manos en sus hombros. Riza contuvo la respiración, no sabía que se proponía Roy, sin embargo, ese toque hizo que se le erizara la piel por completo. Cerró los ojos disfrutando el tacto y sin saber qué detrás suyo, Roy hacía lo mismo, cerró los ojos y disfrutó su cercanía, su olor, su calor.

—Señor, ¿desea un té para conciliar el sueño?

—¿Como siempre eres tan asertiva, capitán?—susurró.

Y ambos alejándose se adentraron por completo a la habitación, el por su parte se dirigió al sofá y se sentó con soltura. Ella fue a buscar el mismo té que ella tomaba para poder conciliar el sueño todas las noches. No podía dormir si no se relajaba, y no podía relajarse si no tomaba un buen té.

—Capitán..., ya que no habrá más ley de no fraternizar, ¿ha pensado en la posibilidad de salir con algún militar?

Riza estaba moviendo el contenido de la taza se encaminó hasta donde él, y le tendió el té.—No lo sé, no lo había pensado, espero que las cosas no se tornen extrañas en la oficina.

—¿Lo dices por Havoc o por-

—Lo digo por Havoc, señor.

—Oh—dijo entre asombrado y feliz—, tenía entendido que ustedes eran buenos amigos.

—Lo somos. Pero no compartimos los mismos intereses. ¿Y usted, señor? Está considerando salir con alguien del comando, y por eso me pregunta primero, ¿cierto?

—Eh...—bien, ella lo conocía demasiado—si, si, lo he pensado. Desde antes de entrar a la milicia, incluso.

Ella le devolvió la mirada luego de haberla apartado por un segundo, y la mirada que él le devolvió podría decirse que estaba en llamas.

—Pues le deseo suerte, señor. Tengo entendido que las mujeres de la milicia le tienen mucho aprecio, así que espero que su amada no le vea coquetear con alguna otra, dada su verdadera naturaleza, temo por la joven. ¿Qué rango tiene?

—No le puedo decir eso, capitán. Pero como usted siempre está conmigo dudo que alguna señorita de la milicia piense siquiera en acercase a mi, le tienen pavor—dijo de manera burlona.

Ella entorno los ojos ante esa declaración.—¿Está diciendo que me tienen miedo? Señor, creo que lo mal entiende, es respeto. Además mi amiga Rebecca-

—Si, si, además de Rebeca, ¿tienes alguna otra amiga?

Ella se quedó en silencio, realmente no tenía otra amiga además de Rebecca, si tenía muchos conocidos pero no más amigos.

—A eso me refiero, mientras esté contigo no podría mirar otra mujer, ¿o puede contradecirme?—ella se quedó con la mirada gacha, a lo que Roy prosiguió hablando—Querida Elizabeth, si le llegaran rumores de que yo empecé una relación con alguna mujer militar del comando, ¿usted les creería?

—Por supuesto que no, señor. Pero-

—¿Me considera su amigo?

—Por supuesto, usted ha sido mi más gran amigo.

—Yo no quiero ser solo su más gran amigo, capitán.

¿Amor o Costumbre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora