XXV

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A la mañana siguiente, cuando ella despertó, Roy ya no estaba, se encontró admirando unas flores en la cocina, y se sorprendió al caer en cuenta que estaba pensando en el.
Ella le quería mucho, se atrevía a pensar en amor, sin embargo, ha estado tan encerrada en el hecho que no podían tener una relación, que ya había dejado de pensar en ello, había dejado de pensarlo desde que decidió seguirlo y protegerlo. Pero, ¿ahora él necesitaba de su protección?

Riza no dejaba de pensar en que ya no le sería de ayuda al general, puesto que ya Amestris estaba en paz, ya no tenía que protegerlo, él ya no la necesitaba.

Entonces, ¿por qué el se empeñaba en acompañarla? ¿En estar con ella? En ese momento volvió a recordar las palabras que él mencionó la noche anterior: te amo. ¿Como podía siquiera decirlo tan fácilmente? Cada vez que pensaba en practicar una respuesta, las palabras se quedaban atoradas en su garganta, y su mente se quedaba en blanco, Roy era la persona en la que más confiaba en el mundo, ¿por qué no podía confiarle también sus sentimientos?

Decidida a volver a la oficina, fue a colocarse su uniforme cuando el sonido de la puerta principal siendo abierta la puso alerta, el general se había marchado temprano así que no podía ser el, tomando su arma rápidamente se colocó de espaldas a la pared del pasillo mientras escuchaba los pasos rechinar sobre la madera. Cuando la persona estaba suficientemente cerca, de manera rápida apuntó el arma directamente a su craneo.

El desconocido le sonrió malévolamente mientras sentía como otra persona la tomaba por la espalda y rápidamente se quedaba sin aire.





Roy Mustang había decidido darle espacio, y darle tiempo, todo el que requiriera, había pasado las últimas décadas enamorando de ella, podría aguantar un par de días más. Se lamentó no haberse armado de valor para despedirse de ella, sin embargo creía que su presencia solo iba a retorcer más las cosas. De camino en el tren, pensaba en lo diferente que se había imaginado volver, regresaba solo, y había anhelado volver con ella luego de escaparse unos días a casa del maestro, pero no salió como había pensado. Suspirando, escuchó como en las noticias reportaban descripciones de hombres peligrosos que vagaban por las fronteras de Amestris. Cuando volviera al trabajo se pondría al corriente con ello.

Al llegar, creía que iban a molestarle preguntando en donde había ido sin previo aviso, pero, como ya estaba acostumbrándose, nada de lo que imaginaba le sucedía, porque, esa mañana, su viejo equipo estaba esperándolo en la oficina con rostros bañados en preocupación.

—¡General! Un hombre llamó, y dijo...—comenzó a decir Fury.

—Dijo que entregara el resto de la investigación de la alquimia de fuego, señor.—terminó de decir Breda.

Roy sintió como si lo hubieran apuñalado por la espalda y le hubieran robado todo el aire de los pulmones.

—Entregar... ¿el resto?

¿Amor o Costumbre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora