Lección #11
Cuando le dices a tu millonario que le perteneces
Él tomara más que tu cuerpo
¿Qué demonios estás haciendo aquí?, Esas no eran las primeras palabras que quería escuchar del hombre del que me acababa de dar cuenta que estaba enamorado. Esperaba que se sorprendiera de que hubiera venido tras él, pero no lo estaba. En todo caso, parecía furioso y extrañamente frío. Eso me hizo sentir nervioso. El sonido hizo eco en todo el conservatorio, revotando contra el techo abovedado de madera. Un espeso aire de tensión silenciosa se arremolinó a nuestro alrededor, las pesadas puertas detrás de mí filtraban exitosamente la mayor parte de la música de la fiesta que sonaba afuera.
El conservatorio era tan vasto como las otras exposiciones del museo, el cual sus padres habían alquilado para su recaudación de fondos. El tema era blanco y negro, y de acuerdo con el mensaje de mi boleto de dos mil dólares, se suponía que debía hacer hincapié en cómo las prostitutas no deberían verse por ahí. Incluso el conservatorio había sido rediseñado para coincidir con la temática, con su original iluminación apagada y reemplazada por altos pilares en blanco y negro iluminados desde el interior, revistiendo los senderos a través de la cultivada selva tropical detrás de la fuente de piedra. Con todo, me sentí como si hubiera entrado a una enorme casa del árbol llena de sombras y de luz blanca. Una alfombra de césped nos separaba a P'Bright y a mí, pero parecía más como un océano entero ante mis ojos. Deseé que la mirada de P'Bright se suavizara, para darme tan siquiera la más mínima señal de que todavía me quería de regreso. Porque tenía que quererlo... ¿seguramente no podría haberme enamorado de un hombre poco profundo que me dejaba a la primera vez que no hacía algo que me pedía? Pero su hermoso rostro no se suavizó, y sus ojos plateados se mantuvieron impasibles.
—Quiero hablar contigo en privado. —Se suponía que las palabras salieran confiadas, pero sonaron chillonas en su lugar. Mierda. Su mirada se desvió hacia arriba y mis ojos la siguieron.
—Mierda. —La palabra escapó de mis labios cuando vi las cámaras CCTV instaladas en el techo, una luz roja parpadeaba debajo de cada una de ellas. ¿No significaba eso que estaban grabando todo lo que pasaba aquí? Rayoz. La cámara del domo se movió de repente, haciéndome saltar. Miré a mi alrededor y contuve un grito de asombro cuando me di cuenta de que todas las cámaras estaban enfocadas en nosotros. Rayos. Parecía ser la única palabra que a mi cerebro se le podía ocurrir. ¿Nada iba a salir realmente a mi manera esta noche? ¿Pensaban que estaba arrinconado aquí con él para Dios sabía qué?. Ondeé locamente mis manos encima de mí, mirando a las cámaras.
—No. Voy. A. Secuestrarlo. —Me giré hacia P'Bright, con la exasperación ganando brevemente sobre mi corazón roto cuando él se quedó allí de pie, sin decir una palabra en mi defensa—. ¡Por favor, diles que no te voy a secuestrar! Me lanzó una mirada de disgusto antes de empezar a moverse. Cuando me alcanzó, me tomó firmemente de los hombros. Me quedé inmóvil, preguntándome locamente —y esperando con la misma fuerza— si iba a besarme.
Pero lo único que hizo fue quitarme de su camino y pasarme para llegar a la caja de comunicación localizada junto a las puertas. Pulsó el botón del altavoz y dijo bruscamente:
—Apaguen las cámaras y no digán una maldita palabra sobre esto.
P'Bright caminó de regreso a la fuente, como si necesitara poner la mayor distancia entre nosotros. Cruzando los brazos sobre su pecho, levantó una ceja hacia mí.—Déjame explicarte sobre Drake... Su rostro se endureció.
—No.
—Por favor.
—No.
Brr. Seguía sonando frío y más frío. Tomando una profunda respiración, murmuré:
—Si no quieres escucharme, yo...
Sus apáticos ojos me atravesaron. Oh, Dios, odiaba cuando me miraba así —como si él fuera un dios, y yo fuera basura sobre la que estaba parado. Sabía que esa era la forma en la que el mundo nos veía. Después de todo, P'Bright seguía siendo el hombre más hermoso que había visto en mi vida, con un maravillosamente suave pelo y con los ojos más preciosos. Su cuerpo era tan hermoso, y el hecho de que alguna vez tuve el derecho de tocar su piel, de sentir la dureza debajo de ella —un derecho que ahora no tenía— dolía. Al lado de este hombre, que tenía a cada persona salivando por él no sólo por su magnífica apariencia sino también por su cuenta bancaria de miles de millones de dólares, yo era ordinario —un anticuado chico de veintitantos años que solía creer que el verdadero amor tenía que llegar primero que la lujuria.
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[Terminado] Como No Ser Seducido
أدب الهواةAdaptacion los creditos son para Marian Tee ****************** Mi nombre es Win Metawin. Solía pensar que ser un virgen pasado a la moda sería suficiente para mantener apartados a los guapos y sexys millonarios -bueno, al menos del tipo de los que n...