Leccion 15

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Lección #15

Tu multimillonario puede ser traicionero sin siquiera saberlo. 

Él hará que quieras decir las palabras que no puedes decir. 

— oh cielos!.

La palabra escapó antes de que pudiera detenerla cuando me di la vuelta sobre mi espalda y vi la hora en el reloj en forma de ventana al lado izquierdo de la cama. Hecho de plata y cristales de vidrio, sus partes transparentes permitían que la luz de la madrugada se filtrara dentro de la habitación. Ya eran las cinco de la mañana, y si no quería llegar tarde al trabajo, tenía que irme ahora. 

—¿P'Bright? —susurré, tocando su hombro desnudo con cautela. Se movió pero no se despertó. Se encontraba tendido boca abajo, con la cabeza girada hacia mí y descansando sobre un enroscado brazo, como si se hubiera quedado dormido mirándome. La extravagante idea me hizo atragantarme. 

Me vi tentado a olvidarme de la realidad y solo quedarme ahí, pero sabía que no podía, no podría, hacer eso. No quería que pensara que me aprovechaba de él y de su posición en la oficina en la primera oportunidad que tenía. Decidí intentarlo una vez más antes de salir. 

Alborotando suavemente su cabello, le susurré: —¿Phi? Pero lo único que hizo fue gruñir irritado. Eso me hizo sonreír. Fácilmente podía imaginar cómo era de niño. Debió haber sido un horror, no queriéndose despertar para ir a la escuela. 

Con un suspiró, registré los cajones hasta que encontré un cuaderno de notas y un bolígrafo. Garabateando una nota rápida, dudé al final. El amor podría ser mal interpretado, así que en su lugar decidí terminar la nota con algo que sabía que lo haría reír. Después de doblar la nota y ponerla encima de la mesita de noche, presioné un beso en su mejilla, donde los inicios de una barba incipiente habían aparecido. Fue mi primera vez de sentir su mejilla menos que perfectamente afeitada, y eso creó un cálido y difuso sentimiento dentro de mi corazón. 

Esta fue sin duda una de las muchas primeras veces que compartiríamos. Y yo tenía razón. Pero la segunda de esas primeras veces que tuvimos que compartir tuvo lugar en circunstancias que eran menos agradables. Cielos. Dije la palabra una y otra vez en mi mente mientras golpeaba el botón de ―subir varias veces, a pesar de que sabía que eso no conseguiría que el ascensor hasta mi piso fuera lo suficientemente rápido. 

Las malditas siete cuarenta y cinco de la mañana. 

Salí temprano de la cama de P'Bright para llegar tarde al trabajo. Suspiré de alivio cuando el elevador por fin llegó al estacionamiento subterráneo y, después de unos minutos, comenzó su camino hacia arriba. Las puertas se abrieron. 

Ciiieeelooos. 

P'Bright se encontraba de pie solo en el interior del elevador, hermoso e implacablemente vestido como de costumbre. Pero al mismo tiempo se veía diferente ante mis ojos, como si los locos y estúpidos sentimientos románticos dentro de mí lo hubieran hecho parecer aún más hermoso. No me miró, y eso mató mi coraje. Me di la vuelta, con la intención de tomar las escaleras incluso si significaba suicidio con mis nuevs zapatos, pero ya era demasiado tarde.

—¡Detenga la puerta! —dijo frenéticamente una mujer detrás de mí, y era seguida por un enorme grupo de personas apresurándose para ir a trabajar. Antes de que me diera cuenta, fui arrastrado por la corriente y empujado hasta la parte de atrás. Al lado de P'bright. Una sensación de cosquilleo me golpeó cuando los dedos de otra persona tocaron los míos. 

[Terminado] Como No Ser SeducidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora