Capítulo 5

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Los días fueron pasando y las cosas entre Ricardo y yo, estaban mejor que nunca. Sentía que había recuperado a mi esposo. Me sentía plena, feliz.

Podía ver como mi esposo lucía más relajado cada día, ya compartía más con sus padres y con otras personas que no fuéramos sus hijos o yo. Aunque Esteban se encargaba de sacarle de sus casillas y un día no lo soportó más y le lanzó un golpe en su rostro.

-¡Ricardo!- Grito tomándolo de su brazo para alejarlo de Esteban.

-No te quiero cerca de mi esposa- Dice señalándolo con furia.

-¿Cual esposa?- Dice Esteban limpiando su labio de sangre –Has venido a divorciarte de ella-

-Ella aún está casada conmigo- Ricardo da un paso para acercarse a Esteban.

-Hasta que se divorcien y cuando lo haga tendrá el camino libre- Da una sonrisa burlona Esteban.

-Ella y yo no nos divorciaremos- Dice y me quedo congelada mirándolo.

-¿A no?- Esteban inclina su rostro -¿Acaso piensas quedarte a su lado?- Ricardo baja su mirada y se encuentra con la mía.

-Si ella quiere- Mi corazón se agita y siento como mi esposo acaricia mi mejilla limpiando una lágrima –Perdóname por todo el daño que he hecho, no te recuerdo pero siento que te amo- Un sollozo se escapa de mis labios y me lanzo hacia su cuerpo.

-Te amo- Susurro en su pecho y siento como acaricia mi cabello.

-Yo también- Dice besando mi frente y levanta su mirada para observar a Esteban- Mas te vale que no me sigas invitando a mi mujer a salir o voy a sacarte de esta casa a patadas- Esteban sonríe aplaudiendo.

-Bienvenido hermano- Se acerca a nosotros levantando sus manos en forma de defensa –No pienso quitarte a tu mujer, yo ya tengo a la mía- Guiñe su ojo sacudiendo mi pelo.

-¿Qué?- Pregunta Ricardo sin comprender hasta que sentimos los pasos de mi hermana para acercarse a su marido, toca su labio ensangrentado y mira mal a mi marido abrazando a su esposo y sonrió al ver como mi amigo hace una cara de tragedia y abraza más fuerte a su esposa mientras acaricia su pequeña barriga.

-Bienvenido Ricardo- Dice mi hermana con una sonrisa –Espero que no vuelvas a dejar sola a mi hermana- Mi esposo asiente y me acerca más hacia su cuerpo.

-¿Así que todo fue un plan?- Pregunta Ricardo haciéndose el ofendido, pero sé que se ha relajado al ver a Esteban con mi hermana.

-¿Qué te puedo decir?- Dice Esteban palmeando su hombro –Los hombres de esta familia somos muy territoriales y actuamos como bestias al ver que alguien quiere quitarnos a nuestras mujeres- Sonríe.

-Hijo- Sonia se acerca a Ricardo y lo abraza entre lágrimas.

-Lamento mucho lo que ha sucedido- Dice Ricardo besando la frente de su madre –Sé que he actuado mal pero deben entender que para mí son desconocidos- Dice mirándome –Pero en este tiempo he comprendido que dentro de mi alberga el amor y cariño hacia ustedes- Su padre se acerca abrazarlo.

-Me alegro mucho hijo-

-¿Qué va a pasar con la Rusa?- Pregunta mi hermana y me tensionó.

-He hablado con ella, le dije que ya no iba a divorciarme- Baja su mirada – Pero no puedo hacer nada al respecto, ella está embarazada y pienso responder por mi hijo- Asentimos y nadie dice nada, cosa que agradezco.

Sé que esa mujer no tiene la culpa de lo que está pasando, pero yo tampoco la tengo y no puedo permitir que mi matrimonio se destruya, Ricardo y yo hemos pasado por muchas cosas.

No volvimos a hablar de esa mujer, de vez en cuando observaba a Ricardo discutir por celular con esa mujer en alemán, ella lo empezó a llamar todo el día, a cada hora y cada vez mi esposo lucía más furioso.

-¿Qué estarán hablando?- Pregunta mi hermana mirando a Ricardo en el jardín trasero discutiendo por celular y podemos escuchar lo que dice aunque no entendamos ni una palabra.

-Le está diciendo que no piensa divorciarse de su esposa- Dice Esteban y ambas lo miramos.

-¿Acaso sabes ruso?- Pregunta su esposa.

-Claro- Encoje sus hombros restando importancia.

-¿Qué otros idiomas sabes?- Pregunta mi hermana.

-Francés, alemán. Español, inglés, ruso- Mi hermana abre sus ojos.

-¿Y por qué no sabía?- Mi cuñado sonríe y toma su mano.

-Nunca me preguntaste- Mi hermana rueda los ojos y le hace señas con su cabeza para que le preste atención a Ricardo.

Mi cuñado trabajó como agente en las fuerzas especiales hasta que en una misión casi muere y mi hermana le advirtió que si volvía arriesgar su vida, ella no permanecería a su lado y al ver mi imagen de verme sola con mis hijos decidió retirarse e invertir en un negocio y le estaba yendo muy bien.

Los tres nos quedamos en silencio viendo a Ricardo moverse de un lado a otro mientras discute y Esteban va traduciendo lo que dice, mi corazón late con prisa al escuchar que esa mujer le exige que se divorcie de mí y que le debe enviar más dinero y Ricardo no está dispuesto a acceder a ninguno ya que le envió suficiente para estos meses. Presiento que ese hijo va a ser una carga para nosotros, no por el bebé, ya que no tiene la culpa de nada, pero esa mujer no me da buena espina.

Ricardo decidió apagar el teléfono y solo lo prende una vez para llamar y saber cómo está la mujer, ya que él dice que es su deber en hacerlo. Trato de no pensar en eso y evitar que me afecte, pero es imposible sentir esa inquietud y esa molestia y más que varias veces he pensado y hasta soñado con él haciendo el amor con otra mujer y me afecta demasiado.

Mi esposo y yo seguimos compartiendo nuestro lecho, mis hijos cada uno duermen en su habitación y cuando ellos se duermen, no demoramos en desvestirnos para hacer el amor.

Dormir abrazada a mi marido me daba paz y más cuando él se comportaba como siempre ha sido conmigo y con sus hijos, aunque no nos recuerde aún.

A veces me pregunto si algún día lo hará, pero decidí no preocuparme por ello, que sea lo que Dios quiera.

Un día llegamos de recoger a los niños de sus colegios cuando encontramos a una mujer afuera de nuestra casa, en ese momento sentí como mi mundo se vino abajo al ver a la mujer con una barriga y me di cuenta que debía ser la Rusa.

-Vete con los niños a casa de mis padres- Dice Ricardo sin dejar de ver a esa mujer.

-¿Qué?- El miedo se apodera de mí.

-Ve a casa de mis padres por favor- Ricardo me mira y puedo ver la tensión y el terror en ellos.

-No me iré- Niego con la cabeza.

-Necesito hablar a solas con Gala, después iré a recogerte- Cierro los ojos y le dice a los niños que no se bajen del auto y cierra mi puerta.

Observo como intercambia unas palabras con esa mujer y ella me mira con rabia y empieza a señalar hacia donde estamos, mis hijos preguntan quién es esa mujer y decido encender el motor y salir de ese lugar, no quiero que mis hijos presencien nada.

Por última vez veo como mi esposo toma la maleta de esa mujer y abre la puerta de nuestra casa.

¿La llevará a nuestra casa? Aprieto las manos contra el volante y acelero sintiendo como mi corazón duele y el temor se instala en todo mi ser.

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Amor en guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora