Han pasado ya unas cuantas semanas. He estado muy ocupada con mi nuevo trabajo pero todo marcha bien. Hoy Simón pasaría a recogerme para ir juntos a comer, mientras llegaba la hora yo me estaba enredando entre tantos papeles y reportes.
—¿Necesitas ayuda?—
Con unos papeles aún en mis manos dirigí mi mirada hacia la persona que me hablaba.
—Por favor, Santiago. Me voy a volver loca con tantos papeles.
Era Santiago, un compañero de trabajo. En el poco tiempo que llevaba aquí trabajando él se volvió uno de mis más grandes amigos; era muy amistoso, trabajador, dedicado, muy guapo... entre otras características.
Se acercó hasta mi escritorio y comenzó a ayudarme con el trabajo de acomodar todo lo que estaba encima de mi computador, celular, portapapeles, todo.
—El jefe te dejo mucha chamba.
—Ya lo sé. No está de buen humor desde que los de calidad hicieron que unos clientes se marcharan furiosos.
Después de un largo tiempo, al fin terminamos. Me dirigí rápidamente a la oficina de mi jefe y deje los papeles sobre su escritorio y volví con Santiago.
—Todo listo. Muchas gracias, Santiago. Te debo una.
—Qué tal si para compensarme vas conmigo a comer.
—Me encantaría, pero no puedo. Mi esposo vendrá por mí en unos cuantos minutos e iré con él a comer. Lo siento— ví que agacho la mirada —Pero podemos salir mañana, ¿te parece bien?
—Con tal de tener una comida contigo.
Santiago comenzó a acercarse a mi hasta quedar a centímetros de mi boca. Me quede paralizada, no reaccionaba. Estaba apunto de besarme cuando mi teléfono timbró. Nos separamos de una y rápidamente tome mi teléfono del escritorio.
Nunca agradecí tanto que Simón me llamara.
—*Hola, precioso*— dije al contestar la llamada.
—*Mi niña, ya estoy acá afuera del edificio.*
—*Ah si, llegó en unos cinco minutos. Solo guardo mis cosas rápido y bajo*— Aún con la llamada comencé a guardar mis cosas en mi bolso.
—*Esta bien. Te espero acá afuera. Te amo.*
Por primera vez desde que estaba apunto de ocurrir ese beso, volteé a ver a Santiago —*Yo también te amo.*
Colgué la llamada y terminé de guardar todas mis cosas y de acomodar un poco mi espacio de trabajo.
—Tengo que irme. Adiós Santiago— comencé a caminar, pero me detuve al oír mi nombre.
—Nath— me llamó y lo mire —No quise molestarte. Por favor, perdóname. Se que no quisieras hacerle lo mismo.
—No hay problema, Santiago. Por lo menos no pasó.
—¿Todo bien?
—Por supuesto. Nos vemos mañana.
Nos dimos una a última sonrisa y salí corriendo para ya salir del edificio. Entre al auto de Simón, lo saludé y comenzó a conducir hacia nuestro restaurante de elección.
—¿Estas bien? Te noto pálida.
No quería mentirle a Simón, ahora todo iba bien entre nosotros y no quería que él se enojara por lo casi ocurrido hace unos instantes.
—Sí, solo que mi jefe anda muy malhumorado y comenzó a gritarnos por todo. Sentía que iba a golpear a uno de mis compañeros.
—Cuidado con eso. Si alguna vez pasa algo acá en tu trabajo, llámame y vengo de inmediato por ti.
—Gracias, Simón.
—Tengo que cuidar a la mujer de mi vida— tomó mi mano y dejó un beso en esta para después continuar conduciendo.
No me gustaba mentirle a Simón. La infidelidad fue algo tan común en nuestro matrimonio que no quisiera volver a eso.
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¿Qué nos pasó?
Teen Fiction-¿Tú aún me amas, Simón? -Claro que te amo, mi niña. No tienes porque dudarlo. Era una mentira, pero aún no encontraba la manera de decirle la verdad y aclararle que había dejado de amarla cuando alguien más apareció.