Todo había terminado. La noche de ayer fue la última vez que estaría con Simón. Al fin había abierto los ojos, tenía que irme antes de seguir haciéndome más daño.
Al despertar, Simón ya no estaba en la casa pues tenía que irse temprano a trabajar. Aproveche que él no estaba para comenzar a empacar todas mis cosas, hoy dejaría ese departamento.
Una vez que Simón y yo peleamos él me pidió el divorcio y aunque olvidamos el tema, yo si tenía los papeles, solo hacía falta firmarlos. Me dirigí a uno de los cajones en mi escritorio y los saqué de una carpeta, tome una pluma y donde decía mi nombre, firmé.
Ya estaba todo listo. Pablo había llegado al departamento para ayudarme a montar las pocas cajas y maletas en el auto; por el momento viviría con él y con Danie, al menos hasta encontrar un nuevo lugar donde vivir.
—¿Cómo te sientes?
—Bien, sé que es lo mejor Pablo.
—¿Cuál fue la razón, Nath? ¿Por qué ahora y no antes?
—Simón se va a casar con la chica con la que me estuvo engañando por meses. Yo vi cuando le pedía matrimonio. No iba soportarlo más.
—Voy a matarlo— Pablo estaba muy enojado y lo entendía.
—Aunque se que no lo harás, no hagas nada estúpido. No quiero que nadie hable con Simón acerca del tema, hay que dejarlo así.
Pablo se acercó a mi y me abrazó para de alguna forma consolarme.
—Simón no sabe que te irás, ¿verdad?
—No y prefiero que él lo descubra por si mismo. Al menos ya no me tendrá de estorbo.
Pablo bajó con la última maleta que quedaba, mientras yo me quede por unos últimos instantes en ese lugar. Todos los recuerdos llegaron a mi mente y comencé a llorar, últimamente era más lágrimas que persona.
—¿Qué nos pasó, Simón?— dije llorando.
En las paredes ya no había más fotos que me pertenecieran, el baño dejó de tener mis productos de aseo, mi armario estaba vacío, las cosas de los gatos ya no estaban, todos mis peluches se habían ido. Antes solo era una habitación, y ahora era toda la casa la que no tenía rastro alguno de mí.
Mire hacia la mesa del comedor y ahí estaban los papeles del divorcio. Solo faltaba la firma de Simón y oficialmente dejaríamos de ser esposos. Ahora solo seríamos un recuerdo del otro.
Aún recuerdo como lo conocí, todos los viajes que hicimos juntos, los conciertos donde lo veía tocar y saltar como loco, todos mis videos en donde él aparecía, las conversaciones extrañas que solíamos tener, los bailes, las canciones. Todos los momentos que vivimos ya no valían nada.
No lograba entender cómo era que esto había acabado. Estaba claro que yo ya no tenía lo que Simón merecía, pero él ya lo había encontrado en otro lugar. Nunca me sentí preparada para este momento que sabía que tarde o temprano llegaría. No me arrepentía de nada pero aún me costaba tanto ver que él ya no me amaba.
Pude haberlo hecho mejor y tal vez todo sería como antes. Pero ya era tarde, el final ya estaba escrito.
Empezaría de otra manera, sabía que el tiempo me curaría este dolor y poco a poco irían sanando las heridas. Aunque lo intentara, nunca olvidaría a Simón porque fue una persona muy importante en mi vida, solo borraría los malos recuerdos.
Camine por última vez por todo el departamento y antes de salir me quite mi anillo y lo dejé junto a los papeles del divorcio.
Ahora saldría de la vida de Simón para siempre.
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¿Qué nos pasó?
Teen Fiction-¿Tú aún me amas, Simón? -Claro que te amo, mi niña. No tienes porque dudarlo. Era una mentira, pero aún no encontraba la manera de decirle la verdad y aclararle que había dejado de amarla cuando alguien más apareció.