Todo parecía ir mejorando. Simón ya pasaba más tiempo en la casa, comíamos juntos, salíamos a pasear, él me recogía algunas veces del trabajo para después irnos a comer, todo marchaba bien. Al fin me sentía en paz.
En estas semanas entré a trabajar y me encantaba la idea de hacerlo. Me hice muy amiga de todos mis compañeros de oficina y cuando todos conocieron a Simón quedaron fascinados con mi marido. Algunas de mis compañeras le pidieron una foto por ser el integrante de la ex-banda Morat y Simón se la tomó gustoso.
Hoy tenía día libre, me puse a lavar desde temprano para después comenzar a doblar la ropa. Entre a la habitación de Simón y deje algunas de sus prendas ahí, ya no dormía en esa habitación pues habíamos vuelto a dormir juntos, pero el armario aún lo ocupaba.
Estaba apunto de salir cuando ví una foto en sus repisas de libros. Era una foto del día que me pidió matrimonio. Tome la imagen y la observé poniendo una enorme sonrisa en mi rostro. Esa fotografía la tomó una camarera, era el momento en que Simón colocaba el anillo en mi dedo anular.
Comencé a recordar ese día, fue de los mejores de mi vida.
***
Simón me había pedido arreglarme de una manera formal pues quería llevarme a cenar a un restaurante elegante. Me dijo que cuando terminara de promocionar la nueva canción de Morat iría al departamento a arreglarse rápido y saldríamos en camino a nuestra "cita."
Íbamos en el coche escuchando música y yo notaba a Simón algo nervioso. En cada alto se disponía a tronarse los dedos y revisar el bolsillo izquierdo de su saco.
—¿Estás bien, precioso? Te noto nervioso.
—Sí, estoy bien. Solo espero no perder la reservación que hice.
—Aún es temprano, llegaremos a tiempo.
Conducimos por unos diez minutos más y llegamos a nuestro destino. Vaya que era un restaurante elegante. Simón entregó las llaves del auto y algún empleado lo llevó a estacionar; nos dirigimos a la puerta de entrada y nos abrieron las puertas. Estando adentro, Simón hablo con una señorita acerca de la reservación y nos indicaron que pasáramos; llegamos a nuestra mesa y nos sentamos esperando el menú.
Llegó nuestra cena y comenzamos a degustarla mientras charlábamos. Pedimos el postre y tome mi tenedor para comerlo, se veía delicioso, pero Simón me detuvo.
—Espera, no lo comas aún.
—¿Por qué?— Deje mi tenedor en la mesa y lo mire confundida.
—Antes de que lo comas, quiero decirte algo.
—¿Qué pasa, amor? ¿Debería preocuparme?
—No, creo que te encantará lo que te voy a decir.
—Está bien, dime.
Simón tomó mi mano y dejó un beso en esta.
—Llevamos ya casi siete años siendo novios Nathalia, y aún te amo como el primer día. Juntos hemos pasado por muchos buenos momentos y me encantaría seguir pasando por muchos más a tu lado. Quiero compartir el resto de mi vida contigo— Comenzó a levantarse y se arrodilló a lado de mi silla, yo volteé para tenerlo de frente.
—Simón—
—Se que existen muchos lugares más en donde pude habértelo preguntado. Ni siquiera es el sitio en el que siempre soñaste vivir este momento— Simón sacó de su bolsillo izquierdo una cajita color vino y la colocó frente a mi—Pero aquí y ahora es donde te pregunto Nathalia Campos..... ¿Quieres casarte conmigo?— abrió por completo la caja dejando ver un hermoso anillo.
El mundo se detuvo por un momento. Simón esperaba mi respuesta, y no era el único, sentía las miradas de los demás comensales sobre nosotros. Agrande mi sonrisa y entusiasmada dije:
—Sí, Simón. Sí quiero casarme contigo.
Simón se levantó y me abrazó emocionado. Todo el lugar se llenó de aplausos y felicitaciones. Me besó y cuando nos separamos volvió a tomar mi mano para colocar el anillo.
Iba a pasar el resto de mi vida a lado del hombre más maravilloso que puede existir. Uniríamos nuestras vidas para siempre, seríamos marido y mujer.
—Te amo, mi niña.
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¿Qué nos pasó?
Teen Fiction-¿Tú aún me amas, Simón? -Claro que te amo, mi niña. No tienes porque dudarlo. Era una mentira, pero aún no encontraba la manera de decirle la verdad y aclararle que había dejado de amarla cuando alguien más apareció.