Entender, sanar y avanzar

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Al día siguiente las cosas no lucen bien para ninguno, emocionalmente están dañados ambos; por parte de Lukas hay un ligero arrepentimiento de la conversación de anoche -¿no debí haber hecho eso?-se pregunta por momentos – ¿si la quería porque la dejé ir?- se dice durante el día tratando de responderse a sí mismo. –Es mejor así, las cosas no funcionan a la distancia, a pesar de solo ser cuatro meses, yo no estoy preparado para eso- esa idea es clara para él.

Las relaciones a distancia no funcionan, en el tiempo se perdería el cariño que se tuvieron, al menos él lo ve así; es un pensamiento algo tonto si cada uno lo evalúa ya que solo iban a ser cuatro meses y se iban a volver a ver durante el resto del año ya que son compañeros. Hay cosas que simplemente no entenderemos porque no pensamos como esa persona, y aún si nos pusiéramos en sus zapatos como quien diría, ¿realmente comprenderíamos? ¿Entenderíamos sus motivos? Tal vez solo en un impulso de inmadurez y temor fue que él tomó esa decisión, pero bueno, las cosas se dieron así, una colección de trágicos sucesos si lo ponemos en una línea de tiempo, se veía venir, el final se podía sentir, pero aun sintiéndose, uno no está listo.

Emily por su parte se cuestiona y lamenta, trata de entenderle y justificarle, pero le duele, le duele lo que pasó, se siente de cierta forma utilizada por los acontecimientos anteriores que pasaron, ¿dignidad?, si es que aún la posee no sabe dónde está. ¿Inocencia? ¿Aún la preserva? No lo sabe, así como tampoco sabe que sentir, si culpa, enojo, tristeza, ella solo aguanta las ganas de llorar durante el resto del día; sonríe, da sonrisas falsas para encubrir cómo se siente, luce alegre, una alegría que camufla su tristeza. Se la pasa ayudando en la limpieza, en hacer la comida y se pone a leer; los libros, un escape perfecto, -¿quien ama la realidad cuando existen los libros?- se dice en sus breves descansos en los cuales suspira, pero continua leyendo -quiero perderme, entre cada palabra y letra, quiero olvidar que soy yo y quiero olvidarme de mi existencia- se repite a si misma cada que retoma su lectura –son mi escape perfecto a esto llamado vida que tengo en la realidad-, siempre consideró a los libros sus mejores amigos, su fiel compañía, su infancia la pasó con ellos; su madre trabajaba muchas horas y su padre, su padre solo la veía una vez a la semana a pesar de vivir cerca, ¿por qué?, su "trabajo", o al menos eso decía, recién ella entendió cuando creció que en realidad su padre no iba a verla por estar con mujeres, pero bueno, tuvo un padre ausente pero lo compensó con libros que él mismo compraba porque se sentía acusado cada que le pedía ella de pequeña leerle uno.

Se queda dormida y despierta cuando empieza la noche, baja al primer piso, va a la cocina por un vaso de agua, ¿pero qué será? Toma agua y las lágrimas empiezan a brotar, escucha pasos viniendo lo cual hace que se apresure a limpiarse el rostro y dejar el vaso. –Emi, ¿qué haces?- pregunta su abuela, luce somnolienta, al parecer despertó de su siesta. –Nada mamita, solo tomo agua- contesta y finge un bostezo para justificar sus ojos brillosos. –Ayúdame a hacer la cena por favor- solicita la mujer de edad avanzada sentándose en una de las sillas del comedor.

Emily cocina, hace su especialidad, ¿cuál? Pues panqueques, no es por alabarle pero le salen deliciosos y bonitos. Ya está la cena pero falta el dulce para acompañar a los panqueques a lo que su abuela la manda a la tienda que queda a unas tres cuadras de donde viven. Ella sale de la casa y el vecino le saluda moviendo la mano, Emi devuelve el saludo pero al estar casi en frente del señor este le dice –Muchachita, ¿por qué tienes ojos tristes? Tus ojos son muy bonitos como para que estés triste- le dice el señor de cabello canoso. –No es eso, es gripe- miente ella. –Bueno, espero que esa gripe no te siga haciendo llorar muchachita- dice el viejo, asiente y se va. Compra leche condensada y vuelve a la casa, cenan y conversan, terminan de cenar y Emily como siempre recoge los platos y los lava, los deja secar para luego guardarlos.

El diario de EmilyWhere stories live. Discover now