La partida del Ángel

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Dos días pasaron, manteníamos una conversación normal por Facebook como siempre, ese día yo me iba de viaje para la casa de mis abuelos. Un viaje de cinco horas en auto, hice mi playlist para el trayecto, ya saben, para disfrutar la vista; en si iría dormida pero... necesito la música para que no me choque el viaje, si, si, 18 años y aún me choca como si fuese alguien pequeña.

Me despedí de Lukas por mensaje antes de partir, quedamos en que le hablaría apenas llegara.

Me subo al auto luego de despedirme de mis padres, solo será un par de meses, así dijeron pero por alguna razón extraña supongo que será más tiempo.

Será eso de las cuatro de la tarde cuando el auto empieza la marcha, vamos dejando la ciudad y en parte es como si dejara algo más; desde el asiento en el que me encuentro se puede observar el paisaje, hay árboles grandes, muy muy grandes, también campos extensos como si no tuvieran final, sigue lo verde. Todo se observa muy hermoso, como si fuese una película con diferentes tonos de verde y pequeñas partes de amarillo; el cielo, un celeste claro y despejado de nubes. Es algo caluroso, me saco la camisa que llevo puesta y quedo en una blusa de tirantes, en mis auriculares suena Break the rules de Charles XCX y cierro mis ojos imaginándome bailando al ritmo de esa canción en medio de la pista (suena loco, pero me resulta atractiva esa idea), me siento relajada de estar ya en vacaciones, libre de obligaciones universitarias. –Ufff- resoplo y me coloco los lentes de sol que tengo en mi bolso mientras tarareo la canción. Soy un alma libre cuando nadie me ve y en mi mente, libre como las aves.

Me quedé dormida. Ya pasaron tres horas, me duele ligeramente la espalda y el cuello, me estiro un poco. Observo al Señor del asiento del costado, se encuentra dormido con la boca ligeramente abierta y tiene los brazos cruzados sobre su barriga. -así duermen los señores- me digo recordando que mi papá duerme igual, rio ligeramente y miro a través de la ventana. Está oscuro, solo algunas casitas de la zona se hacen notar por el foco que tienen afuera, se siente un poco de frío, me coloco mi camisa nuevamente y ahora mientras suena Serial Killer de Lana del Rey me imagino como si fuese una espía; mi imaginación se ve motivada por las luces de la ciudad que se hace notar; me veo saltando edificios y cayendo perfectamente parada, aunque claro, solo arreglando un poco mi cabello que se habría de mover resultado de la hazaña. Me veo en un baile, con un vestido negro bailando con un extraño que sería otro espía y ambos peleando secretamente mientras bailamos por quien se queda con la cabeza del gran Narcotraficante. Asimismo por qué no en una iglesia de esas antiguas, en la parte más alta como debatiéndome entre lanzarme o no lanzarme... Me pierdo en mi mente imaginando cada escenario posible y solo salgo de ahí cuando el auto se detiene bruscamente haciendo que me vaya de frente con el asiento delante de mi. –¡¡Auchh!! ¿Qué ha pasado?- pregunto algo molesta mientras me sobo la frente y quito los lentes ya que me hice doler el puente de la nariz, los demás pasajeros algo molestos también comienzan a reclamar al conductor, este no responde, solo se baja del auto. –Al parecer casi chocamos- dice el señor de mi costado, luce tranquilo a comparación mía y de los demás. – ¿Cómo puede estar tranquilo? Tranquilamente hubiésemos muerto- pienso, no le respondo nada y miro hacia afuera, realmente hubiésemos chocado, delante nuestro hay una camioneta negra, me bajo al ver que los demás bajan, la curiosidad como siempre dominando a los humanos.

Se puede apreciar que la distancia entre la parte trasera de la camioneta negra y el auto en que íbamos es demasiado corta, menos del grosor de un dedo. –¡Qué habilidad tiene este señor para evitar que choquemos!- me digo asombrada, indagando un poco más me enteré que la camioneta salió de la nada con las luces traseras apagadas, no entendí muy bien pero ambos choferes se disculparon por la negligencia, nos subimos nuevamente al auto y retomamos el rumbo. A la hora ya llegué a mi destino, busco con la mirada y veo a mi abuelo parado en una esquina, sonríe al verme y sus arrugas se hacen notar más. La edad, la edad va pasando factura, canas y arrugas nos deja al igual que la vida nos da tristeza y alegrías.

El diario de EmilyWhere stories live. Discover now