Capítulo 3 - Revelaciones

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Capítulo III - Revelaciones

Harry estaba molesto. No, estaba furioso. La gran reunión con su superior sólo había sido una tremenda excusa para comer con él y coquetearle muy descaradamente. Como si todo el mundo mágico no supiera que él prefería las varitas en vez de los calderos. Aunque el mundo mágico era mucho más abierto de mente que el mundo muggle en esos temas El Profeta se había dado un festín con la publicación de aquella noticia. Maldito circo en el que se convirtió su vida por tres meses después de eso.

Lo que más lo irritaba de esta distracción era que lo había hecho faltar a su palabra de regresar para la comida. Estaba tres horas tarde y tuvo que pasar todo ese tiempo soportando a Rossie, ya que no había forma de salir rápidamente de esa situación sin ofenderla. Y no es que le importara, pero honestamente, prefería soportar el berrinche de Malfoy que quedarse sin trabajo por ofender a un superior.

Cuando finalmente salió de la chimenea de su casa envuelto en llamas verdes lo primero que notó fue el silencio. Creyó que apenas pusiera un pie en la casa le lloverían insultos y preguntas de un rubio enojado, pero todo estaba tranquilo.

-¿Malfoy?

No hubo respuesta. Caminó hasta la sala y lo que encontró lo dejó sin palabras. Ahí estaba. Con sus rubios mechones esparcidos por el terciopelo del sillón, con una de sus manos colgando hasta el suelo y profundamente dormido.

Harry se acercó vacilante a él. Se veía tan pacífico recostado en el cómodo sofá que no quería molestarlo, pero al mismo tiempo y sin ser apenas consciente de lo que estaba haciendo levantó una mano para rozar su mejilla. Su piel era fría al tacto pero con una suavidad que competía con la seda más pura.

El trance en el que estaba llegó a su fin cuando escuchó el llanto de un bebé que provenía de uno de los cuartos en la segunda planta. Corrió lo más rápido que pudo, olvidándose por completo de Malfoy. Cuando entró a la habitación de la que provenía aquel ruido se sintió aliviado al ver que Kreacher estaba ahí y que el llanto se debía sólo a que el juguete favorito del niño había escapado de su débil presa, cayendo al suelo.

-Tranquilo amo Teddy. Kreacher se encargará de todo mientras el joven Draco descansa. Kreacher siempre se hará cargo de todo. -Decía mientras daba palmaditas al infante.

-Kreacher.- Llamó Harry con autoridad. -¿Está todo en orden? ¿Teddy está bien?- Se acercó a ellos y tomó al niño. Lo arrulló meciendolo para que dejara de llorar.

-Por supuesto amo Harry. Kreacher se encarga de que todo funcione en la casa mientras el Señor no está. Kreacher es un buen elfo doméstico y jamás dejaría que le pasara nada al amito Teddy.

-¡Teddy!- Malfoy llegó corriendo y atravesó la habitación con dirección a la cuna. Cuando vió a Harry parado a la mitad del cuarto con Teddy en brazos la preocupación visible en su rostro se disipó. Estaba a punto de suspirar un saludo amistoso cuando el moreno estalló con furia.

-¿¡Qué demonios hacías durmiendo!? Se supone que tú debías cuidarlo. Te pedí solamente una cosa.- Sabía que no debería gritar pero la sola idea de que algo pudiera pasarle a su ahijado porque Malfoy quería echar la siesta lo molestaba mucho.

Tras un breve momento de shock, Draco parpadeó y se puso serio. Estaba enamorado de ese gryffindor imbécil pero iba a permitir que le gritara de esa forma. -No me hables de lo que "se supone" que debería hacer yo cuando "se supone" que tu debías haber vuelto hace horas.- Draco estaba cansado. Apenas había logrado dormir media hora cuando el llanto lo despertó y corrió escaleras arriba para ver qué pasaba.

-No me salgas con esa estupidez Malfoy. Es obvio que no me quedé más tiempo por gusto.

-¡Prometiste que estarías aquí temprano! Incluso te esperé para comer juntos pero no llegaste.

Cuidando al bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora