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"Cree que no vale la pena, esa herida que no cierra más"

Valentín

Es tan loco que lo que parece frívolo desde nuestro punto de vista es tan importante para el resto.

Hasta que nos pasa, y podemos comprender o tener un acercamiento a esa persona, todo cambia cuando las situaciones las vivimos nosotros mismos.

El dolor punzante en el pecho, la picazón en los ojos, la presión en la mandíbula y los brazos inquietos. Yo vi a conocidos pasar por estos momentos horribles, pero nunca los pude entender, obvio, nunca había pasado por eso.

Respiro profundo, contengo el llanto y sigo mirando los detalles del mueble que tengo en frente. La pregunta que seguramente le pasó a muchos por la cabeza.

¿Por qué a mí?.

¿Hice algo mal?, no me lo merecía, ella no se lo merecía. El tiempo pasa tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos, todo se fue al carajo.

Me levanto de mi cama, salgo de mi pieza y entro al baño. Tengo ojeras, bastante marcadas, los ojos apagados, mi expresión es neutra, intento cambiar sonreír, pero solamente me sale una mueca.

Suspiro y me empiezo a desvestir, entro a la ducha y prendo el agua fría, me refriego la cara varias veces, todavía no caigo.

Cuando termino de bañarme voy hasta mi pieza y me cambio, la presión en el pecho cesó, ahora solamente siento como si me pesara mucho, al igual que los ojos. Puede ser que es porque no he dormido esperando que me informaran algo.

Si pienso mucho en lo que pasó antes de que se vaya, las mismas sensaciones vuelven.

Me siento como un auto sin nafta, puedo utilizar la electricidad, me puedo adaptar, pero necesito tiempo para pensar y dejar atrás las otras piezas.

Agarré la cartuchera de lata con el dibujo de cars y armé un porro. Lo prendí y traté de relajar el cuerpo, aunque de todas maneras seguía muy tenso, y las ganas de llorar no se me iban.

Apareció el Depa, tenía una mirada de pena y compasión. No necesitaba eso, y menos ahora. Se sentó al lado mío y me sobó la espalda para después abrazarme.

No emitió una palabra, agarró el prensado que tenía en mi mano, y le dio una calada.

—Ya vengo. —me lo devolvió, y lo terminé. No le di mucha importancia a lo que dijo, quería estar solo. No necesitaba a Tadeo para que me esté cuidando o bajarle el ánimo a él.

Me acosté mirando el techo con las manos sobre mi abdomen, solamente me dediqué a observar las figuras que se formaban en la madera del mismo.

Escuché unos pasos acercarse a mi pieza, vi una sombra, era Tadeo, no le di mucha importancia, ni siquiera lo miré, toda mi atención estaba en el techo. Escuché que dejó algo sobre la mesita de luz.

—Dale, Valen. Tomá. —giré la cabeza y vi un plato con fideos y tuco. Sonreí.

—Gracias, Depa. —la voz me salió muy ronca y rasposa. Me aclaré la garganta —Pero no tengo hambre. —y la sonrisa que él tenía pasó a una mueca.

—Dale, Valen. No estás comiendo nada. —me acercó el plato, lo agarré, pero muchas intenciones de comer no tenía. Suspiró y dejó dos golpes leves en mi pierna derecha. Se paró observándome por unos segundos y seguido de eso desapareció por la puerta que daba la entrada a mi pieza.

Me senté en la cama y empecé a comer, me costó bastante, tenía el estómago cerrado, hice el mayor esfuerzo para comer todo, por lo menos para no preocupar al Depa.

Llevé el plato a la cocina y después de lavarlo volví a mi pieza, no tenía ganas de hacer nada.

Agarré mi celular y busqué el chat que tenía con ella, los últimos mensajes.

—Nunca te voy a olvidar, te lo prometo. —vi borroso y sentí mis mejillas húmedas —Necesito que vuelvas, te extraño mucho. Yo no te quise tratar así, por favor, volvé. —dejé el celular a un lado y me tapé la cara comenzando a llorar.

No me podía dejar, no después de todo lo que vivimos y compartimos, toda una vida juntos. Después de tantas salidas y cagadas que nos mandábamos.

Sonreí al recordar cuando nos intentamos ratear de la escuela y nos descubrió el profesor de matemáticas, el más estricto de todos, y en cima forro. Después de eso nos pusieron amonestaciones.

Se me escapó una risa, suspiré, me acordé de su resonante risa, podía hacer reír a toda persona por más mal que se sienta, es un sol.

Me acerqué a la ventana y respiré profundo, miré el cielo, estaba un poco nublado, las estrellas no eran visibles, lo único que se veía era el halo de la luna, que irradiaba la luz.

Me quedé un rato observando la calle y el cielo, después me adentré en mi pieza, decidido a dormir por lo menos un poco.









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Que lloren, dice ahre

Buenaassss, ¿todo bien? un poco cortito

canción: "a la luz de la luna", Indio Solari.

𝖙𝖆𝖒𝖊𝖙𝖟𝖔𝖓𝖆 🌙 𝖜𝖔𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora