H2O

έξι

Shen Qingqiu no era el mejor para expresar sus sentimientos. De hecho siempre se aseguraba de mantenerlos a raya, permaneciendo así inexpresivo, de esta forma se ahorraba numerosas situaciones incómodas o engorrosas.

No obstante, Shen Qingqiu al contrario de lo que la gente pensaba sí que tenia sentimientos, es sólo que estos pocas veces salían a flote, y sólo se mostraban cuando estaba junto a un persona, Shang Qinghua.

Su mejor amigo de la infancia, y cabeza llena de pájaros número uno por excelencia. Con él la máscara que le cubría desaparecía, gritándole y dándole golpes con el abanico, pequeñas y dolorosas muestras de amor y preocupación hacia el escritor.

De pequeño, escondía su timidez con la agresividad, siendo así evitado por los niños de la guardería. Esa era la vida solitaria de Shen Qingqiu, hasta que apareció él.

"— Hola mi nombre es Shang Qinghua. ¿Quieres que te lea un cuento?

Un niño desconocido de cabello castaño se le acercó de repente.

— ¿Tengo cara de que quiera que me leas un libro?

Shen Qingqiu no estaba de buen humor en ese momento.

— Verás, es mi favorito, en él salen sirenas y eso me encanta.

— Para y vete no quiero escuchar tu tonto libro.

— Érase una vez una joven sirenita que vivía en el fondo del mar..."

Esa fue la primera vez que se conocieron, también fue la primera vez que tuvo que escuchar la historia de la sirenita 5 veces seguidas.

Shang Qinghua se pegó como una lapa a él, y no lo dejó sólo durante el resto de su estadía en la guardería.

"— ¡Hermano pepino!, uh ¿puedo llamarte así?

— Por supuesto que n-

— ¡Perfecto! Gracias hermano pepino.

— TskTsk sólo escuchas lo que te interesa.

El pequeño Qinghua se sentó a su lado despreocupadamente.

— Hermano pepino, ¿te acuerdas de que el otro día te quejabas de que tenías calor?

— Claro que me acuerdo Qinghua, porque sigo teniendo calor.

— Exacto, así que toma esto. Lo encontré en un cajón de mi madre.

Qinghua sonrió mientras le extendía un abanico que era un poco más grande que su propio brazo.

— .... ¿Y qué hago yo con eso?

— Abanicarte.

— Pero si es muy grande.

— ¡Claro! Más aire, eso es mucho mejor. Además hermano pepino, tienes suficiente fuerza como para usarlo, ya he comprobado tu fuerza con tus golpes y es perfecto para ti. ¡Además el color va a juego con un pepino!

Sen Qingqiu cogió el abanico indeciso y lo abrió torpemente, era un abanico sencillo, de color verde pálido. Simple, pero por alguna razón eso fue lo que más le gustó. Tal vez fue por que era el primer regalo de un amigo, quién sabe.

— Uh, Shang Qinghua gr-graci-

— Érase una vez una joven sirenita que vivía en el fondo del mar junto a sus otras hermanas que también eran sirenas...

Shen Qingqiu fue interrumpido por Shang Qinghua, quién había comenzado a leerle el cuento otra vez. Sin embargo, por esa vez, Qingqiu no le pegó, se quedó callado mientras que se abanicaba con algo de esfuerzo sentado junto a su primer amigo.