HERIR
Grandes espinas se clavaban
en mi corazón ya partido,
que sin piedad esperaban
no escuchar otro latido.
Buscaba desesperada
un camino por el cual salir
de aquella perturbadora mirada
que tanto me hizo sufrir.
Los llantos no cesaban,
y las lágrimas acumuladas en mis ojos
gritaban por la liberación que tanto deseaban.
Entre todas aquellos corazones,
apenas destacaba uno,
que con sus rojizos colores,
quisiste herir por ser moribundo.