- ¿Inuyasha? – Murmuro con suavidad esa joven, parándose y dejando su cuerpo desnudo a la vista. Su cabello largo cubria gran parte de sus pechos. Inuyasha también se puso de pie y dio unos pasos hacia ella. Mi estomago volvió a cerrarse. Sus largos y blancos brazos cruzaron por la nuca de él, que no hizo nada para detenerla. Mis lagrimas continuaron saliendo, pero esta vez por el dolor que sentía en lo mas profundo de mi alma.
- Miralos, Kaghome – Escuche como Naraku susurraba en mi oído y solo en ese momento me di cuenta que me encontraba en el suelo nuevamente. Mis pies estaban frios, mi cuerpo caliente por las espinas. Mi carne dolia, pero aun asi, menos de lo que me dolia el corazón – Inuyasha la ama, Kaghome y tu estas aquí, sufriendo por ella. Te dejara aquí, sola, desamparada para irse a su lado – Corrio mi cabello a un lado dejando mi cuello desapejado y apoyo su mentón allí, causándome estragos - ¿Seguiras diciendo que lo amas? ¿Seguiras soportando todo este dolor solo para que él se vaya con esa mujer? – Esas palabras comenzaron a doler en mi interior, sintiendo como todo se desmoronaba a mi alrededor. De un momento a otro, todo desaparecia para mi – Dimelo, bella dama. Dime que no lo amas y no solo él se quedara sufriendo aquí por toda la eternidad, si no que ella también y tu, mi querida Kaghome, tu seras libre y lograre que olvides todo esto – Por un momento, solo por un momento, analice lo que Naraku me decía. Mientras esas palabras remolineaban en mi mente, sentí como los espinos comenzaban a aflojarse, regalándole alivio a mi cuerpo que no daba mas. Hasta mover el dedo meñique de mi mano era una tortura.
Los espinos, con delicadeza, soltaron por completo mi cuerpo y, como si fuera un saco de patatas, cai de rodillas al suelo. Mis ojos aun seguían pegados a la feliz pareja que no dejaba de abrazarse.
-Yo... - Murmure, aturdida. Mire a Naraku que me sonreía y mi corazón comoenzo a latir con rapidez, ¿Seria lo correcto decirle que no amo a Inuyasha para salvarme? ¿Aun a costa de condenarlos a ambos?
- Dimelo, Kaghome – Se arrodillo a mi lado, tomando mi mentón con sus largos dedos y con su mano libre acaricio mi mejilla, sonriéndome como si de verdad le preocupara – Dime que no lo amas y en tan solo un segundo, estaras sentada en tu sala, calentita, viendo una película y te olvidaras de Inuyasha y todo lo que él conlleva.
Volvi a mirar a Inuyasha, el cual aun estaba perdido entre los brazos de esa mujer como si fuera una tabla de salvación. Justo como me abrazaba a mi hasta hace unos meses.
Una punzada atravesó mi pecho, otra vez.
Tenia que hacerlo. Tenia que alejarme de aquí. Tenia que dejarlo y volver a mi vida...
-Vamos, bella dama – Tenia que hacerlo.
- No... - Murmure y Naraku se acerco a mi, con una enorme sonrisa satisfactoria – No puedo hacerlo – Murmure y justo en ese momento Inuyasha se separo de Kikyo, besando su frente.
- Por favor, perdóname – Escuche su murmuro, mientras acariciaba su largo cabello – Adios, Kikyo – Dio un paso hacia atrás, mientras ella lo veía con pánico y luego caia de rodillas, desvaneciéndose en el aire. Ese demonio se giro y fijo sus ojos en los mios, caminando directamente hacia mi. Al estar delante mio, se tiro de rodillas y tomo mis manos, a pesar de ver las inmensas ganas que tenia de abrazarme – Kaghome... - Murmuro y pude ver como una lagrima recorria su mejilla.
- ¡Por un demonio, Inuyasha! – Grito Naraku, y golpeo su cabeza con fuerzas – Ya no sabia que mas hacer para que esta jovencita no dijera que no te amaba – Ambos miramos a ese demonio como si hubiese perdido la cabeza y, tras un casquido de sus dedos, todo el dolor que tenia en mi cuerpo desaparecio. Mi ropa volvia a estar sana y cada herida curada, como si nunca hubiese sucedido.
- ¿Qué...? – Inuyasha se tiro sobre mi, tomándome entre sus brazos y abrazandome como si no hubiese un mañana. Mis lagrimas volvieron a correr, pero esta vez de felicidad. No entendia que sucedia, no sabia si en un minuto se alejaría, pero quería disfrutar de ese calor que me envolvía.
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KAME NO AKUMA
Romance"Mejor conocido como Inuyasha, el demonio con ojos de sol es un ser con largo cabello plateado y muy raros ojos dorados. Su apariencia es igual a la de cualquier humano, con la diferencia de que sus garras y colmillos se dejan ver. Su presencia se...