4 de septiembre de 2016.
Me gustaría dedicarle unas palabras.
Palabras como versos, saliendo de mi boca como mariposas. Versos como música, que llega a sus oídos y la atrapan. Música, que retumba en su cabeza y que ocupa su mente de sentimientos.
Sentimientos florecientes, como un fuego que se atenúa lentamente, tan lentamente que duele. Y duele, porque esas mariposas que revolotean en el aire no hacen que se gire a verme. Y duele más aún, porque esas mariposas que salieron de mi corazón cantándole en susurros no le recuerdan a mí, y no ve más que colores que vuelan a su alrededor.
Colores, mis mariposas, juega con ellas y no sabe que sus versos son más que simples palabras. No las toma en serio, ignora la evidencia. No son más que palabras mustias.
Palabras mustias que le dedico.
Palabras como versos tristes, que huyen de mis labios como mariposas sin alas. Versos como un canto y un grito de dolor, no llegan porque caen, no pueden volar a sus oídos. Se pierden, se olvidan, y las mariposas negras agonizan en la arena, pisoteadas. Mis sentimientos por los suelos.
Y se gira a verme, me sonríe y habla. Y yo también hablo, pero sé que mis palabras nunca le llegan.
