Durante años he amado la idea que engloba el amor, como se da y las sensaciones que trae consigo, porque a pesar del sufrimiento que se le asocia uno logra vivir experiencias y crear historias que son parte de nuestra vida, formándonos como personas. A mis veintisiete años, había logrado experimentar el amor en múltiples formas, historias y personas. Pero, por alguna extraña razón no había conseguido un amor duradero, que fuese más que un momento.
Desde pequeña he sido una chica bastante seductora y natural, siempre me han dicho que mis ojos azules saben coquetear por si solos, conservo el mismo corte de cabello, color negro con flequillo, desde que tengo memoria, amo los lunares que se posan sobre mi pálida piel, el olor de las flores, el sonido en los tocadiscos, la música indie, la pintura y por sobre todas las cosas amo el sabor de un buen té caliente. Sé que a veces puedo sonar predecible, pero quien gusta de conocerme podría llegar a ver mucho más. Actualmente, trabajo como profesora de Pilates, en un centro bastante reconocido de la ciudad y esta bella descripción de mi misma me ha llevado a tener cientos de citas en una red social, durante los últimos ocho meses.
Tras mi última ruptura, hace un año, la soledad comenzó apoderarse de mi vida, sufriendo cada momento en el que él no estaba, recurriendo a la estúpida idea de encontrar el amor a la fuerza en otras personas, ilusionándome con cada salida de gente que al parecer vendían una imagen muy distinta a la que son, pero no conseguía nada, la soledad no se iba, aunque me refugiara en los primeros brazos que llegaran.
Comencé a notar que la gente hoy en día no quiere enamorarse o quizás yo no sabía hacerlo, y la idea que tuve toda mi vida estuvo errada, porque detrás de cada cita al parecer existía una clausura sexual a la cual jamás acorde llegar y quizás pude haber tenido sexo con millones, pero lo que buscaba era conocer a alguien de verdad, a alguien que le interesara como pienso y me contara sus ideales, y si bien, reconozco que con más de alguno accedí a pasar la noche, no lograba ser remedio para el dolor que me provocaba llegar a casa cada día y pensar en cómo se sentiría que el hombre que amo estuviese ahí, esperándome, como solía hacerlo.
Así fueron trascurriendo los meses, hasta que llego aquel viernes, donde no accedí a ninguna cita mediocre, mis ánimos no estaban de lo mejor, no tenía ganas de nada, menos de coquetear. Realice una clase bastante liviana y menos interactiva como suelo hacerlas, pero quería llegar cuanto antes a mi hogar, el trayecto de salida lo realice sola y lo más rápido posible. Una vez llegada a casa la nostalgia se apodero por completo de mí, como si hubiese estado esperándome en el sillón, lista para teñir todo el departamento de una amargura espesa. Caídas las doce de la noche se dio paso al aclamado diez de septiembre, el día donde festejaríamos un año más junto al chico que ya no estaba y que yo evidentemente aún no podía superar. Abrí mi notebook para comenzar a observar algunas fotografías de los tiempos buenos, donde podía ver mi sonrisa completamente natural plasmada en aquel recuerdo, hice pasar lentamente las tantas que existían en la carpeta de guardados, mientras echaba a correr unas buenas rolas de música miserable e iba la cocina para preparar un té, sin embargo, una vez ahí cambie mi decisión por una botella de vodka a medio beber que guardaba hace meses en el refrigerador, ¿por qué no hacerlo? necesitaba reemplazar el té por algo más fuerte que pudiera entrar a tono con la desventura que estaba viviendo.
Repasaba exactamente el momento en el que lo deje ir y los días posteriores donde no hice gran alarde, trate de tomarlo con calma, de tener esperanza en que volvería, pensando que fue algo estúpido y que aún nos amábamos, luego intenté tapar todo el dolor creando ilusiones, oyendo a mis amigas y despejando mi mente como el Pilates me ha enseñado, había tratado de mantener mi postura y continuar como acostumbraba, pero ahora bebiendo cada sorbo de alcohol que quemaba desde mi garganta hasta el estómago, sentí la verdadera vulnerabilidad.
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Un té para Colette - [Terminado]
Teen FictionEn la vida existen tantas personas como sabores de té y tantos amores como tazas por llenar.