Capítulo 5: Colores

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Sentía que la paleta de colores no era suficiente, ni siquiera mezclándolos entre ellos y creando nuevos, no era suficiente. No se encontraba conforme, ni con los colores, ni con los trazos en su lienzo. Minhyuk suspiro profundo, la obra la tenía que entregar el lunes y ya era viernes. Normalmente el mismo día que salía el pedido, él ya lo tenía a no más tardar horas de la tarde, a lo sumo si la obra tenía un grado más alto de complejidad ya hubiera tardado un día y medio.

Ahora estaba trabado, llevaba ya dos semanas con la misma pieza. La fecha de entrega se acercaba y ni siquiera había avanzado con los demás proyectos. Frustrado dejo el pincel a un lado y se levantó causando la impresión de su compañero de trabajo. Necesitaba respirar aire fresco, se estaba amargando.

- Iré a tomar aire, vuelvo después de la hora del almuerzo.

No espero respuesta y salió de ahí enojado y frustrado consigo mismo. La pintura se estaba secando en su piel y su overol amarillo. Incluso en la oscuridad Minhyuk destacaba. No era solo por su extravagante y al mismo tiempo elegante manera de vestir. Era toda su aura de superioridad, su porte innato, sus ojos que parpadeaban disparejos. La belleza sublime que lo hacía ver así mismo como una pieza de arte.

Sabía cuál era su problema más grande. 4 meses, 8 días, 19 horas. El conteo en su cerebro no lo dejaba dormir, no lo dejaba comer, no lo dejaba estar tranquilo. ¿Se puede extrañar tanto a alguien con quien solo has cruzado un par de palabras? Por supuesto que sí y más si es tu jodido destino. Minhyuk estaba a un paso de volverse loco, ya se había convertido en un acosador y ni aun así lo encontraba. Era como si se lo hubiera tragado la tierra.

- ¿Y si solo fue una alucinación y él en realidad no existe?

Se lo planteaba todos los días desde que lo conoció y desapareció. Aun lo recordaba, aun lo necesitaba, aún seguía repitiendo en su mente como un poseso ese efímero encuentro. Pero Changkyun simplemente desapareció, como si nunca hubiera existido, incluso el imbécil que era su pareja al cabo de un mes dejo de ir al departamento. Dejo de intentar encontrarlo y el aún no se rendía. De no ser por su trabajo, ya estaría de vuelta montando guardia en ese departamento vacío, esperando que de alguna manera ese ángel vuelva.

Se quedó clavado en el medio de la calle. Cuando un espejismo apareció en su línea de visión. Sentado sobre una pequeña pared de piedra caliza. Con el mar de fondo, parecía una especie de sirena o mejor dicho un tritón. Su cabello violeta brillaba con algunos destellos de lo que alguna vez fue rojo. Su pálida piel contrastaba con el suéter negro, revelando el hermoso hueso de su clavícula. Sus hermosos ojos esmeraldas resplandecían con el brillo del agua detrás de él. Su mano se movió de manera inconsciente, por suerte sus dedos siempre fueron más rápidos que su cerebro. Abrió la cámara, el lente de la cámara era más sensato que sus ojos. No hubiera sido ni la primera, ni la última vez que se lo imaginaba. Con los dedos temblorosos lo fotografió, le tomo mil fotos antes de que la bocina de los autos lo sacara de su ensoñación.

No era el lugar indicado para quedarse parado. El hermoso omega levanto la cabeza y sus inteligentes ojos se fijaron en el enorme cono amarillo avanzando hasta el. Así parecía, un cono amarillo gigante con ojos desorbitados y con el semblante pálido. Se levanto cuando la comprensión se vislumbro en su mente, pero incluso antes de que pudiera hacer algo. Ya estaba atrapado entre los brazos del cono amarillo.

Otra vez la electricidad zumbo alrededor de ambos, su olor lo golpeo y envolvió, pero esta vez lo hicieron sentir cálido. Sintió el sonido desesperado de aquel corazón retumbando contra su ojera cuando aquel alfa lo apego lo más que pudo a su pecho, como si quisiera meterlo dentro de él, pero sin hacerle daño. Sus manos se apoyaron en aquellos brazos y lo sintió temblar, provocando que él no reaccione como normalmente lo haría. Era extraño, no odiaba aquello, al menos no del todo.

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