Capítulo 10: sucio y desprolijo

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El arco se tensó entre sus dedos, las cuerdas del violín tomaron vida cuando empezó a ejecutar la pieza. Su cabeza estaba erguida, sus ojos cerrados mientras la melodía dejaba mudo al auditorio. La melodía era sobria, perfecta, sonaba como el cuchillo de un chef creando una obra de arte en un plato. La concentración del joven de cabellos tinturados a un rosa chicle hacía que cada espectador se mantuviera al borde, zumbando al ritmo que imponían sus notas.

Nadie se movía de su asiento y a más de uno hizo temblar saltándose un latido de corazón. Cuando terminó el auditorio estalló y la ovación de los presentes no se hizo esperar. El joven caminó al frente y sonrió tan brillante que las mujeres  suspiraron y algún que otro alfa también. Pero Hyungwon lo sintió, en cada gramo de su cuerpo cuando sus miradas se encontraron. Kihyun estaba enojado y su cuerpo ya vibraba con anticipación.

Por supuesto que estaba enojado. Había llegado sobre la hora a su importante concierto. Desprolijo, sin la corbata y los botones de la camisa arrugada mal abotonados. Su cabello estaba aplastado, cuando intentó acomodarlo con los dedos. Se había quedado dormido, después de caer exhausto por trabajar tanto. Sabía que no había excusa que lo salvara, su omega estaba enojado.

Soltó un suspiro y desabrocho sus botones para abotonárselos correctamente. Pasó los dedos por su cabello largo en un vano intento de emprolijarlo. Se supone que debía cortárselo, pero no tuvo tiempo para hacerlo. Frente al camerino de Kihyun soltó un suspiro, de nada le servía vacilar. Antes de tocar la puerta fue abierta de golpe y ahí estaban, los ojos que tanto amaba mandándole dagas envenenadas.
- Llegas tarde.- dijo en un tono mordaz.
- Lo siento, pero si lo piensas bien llegue justo a tiempo.- Kihyun bufó y caminó alejándose de él, Hyungwon entró detrás de él relamiéndose los labios, su olor cargaba el ambiente, volviéndolo loco.
- Tu camisa está arrugada, tu cabello largo es un desastre, dijiste que lo cortarías y llegas tarde, eres un sucio y desprolijo, sabes que merezco algo mucho mejor que tú, que solo llegas tarde todo el tiempo.- Hyungwon avanzó y tomó una de sus manos regalándole un beso suave en los dedos callosos, ahí donde el filo del arco y las cuerdas hicieron que sus yemas quedaran marcadas.
- Lo sé, tengo suerte, estuviste increíble.- las mejillas de Kihyun se pusieron levemente rojas, lo intentó golpear con su mano libre, pero Hyungwon rápidamente lo atrapó en el aire y beso también esta con suavidad.
- Te odio, te odio tanto, te odio.

Le dijo molesto mientras Hyungwon lo levantaba entre sus brazos. Y lo colocaba sobre el tocador. Kihyun apretó la camisa de Hyungwon entre sus dedos y lo atrajo a su cuerpo. Lo necesitaba, lo necesitaba mucho más que el aire que respiraba. Lo necesitaba tanto que lo estaba volviendo loco y lo odiaba por ello. Lo odiaba por preocuparlo, lo odiaba por trabajar tanto y no decirle el motivo, lo odiaba por dejar que las ojeras marcaran su piel, esa piel que era suya. Porque si cada gramo de ese hombre era suyo, lo odiaba por oler tan bien y dejar que su mundo se pusiera de cabeza.

Se atraían como imanes de igual polaridad. Cuando estaban juntos colisionaban, ninguno podía evitar el fuego que los envolvía. Hyungwon se acercó peligrosamente a su boca y Kihyun cerró la distancia devorando su boca. La ropa estorbaba, cuando estaban juntos, todo estaba mal y bien al mismo tiempo. Era adictivo consumir el veneno que ambos se ofrecían. Eran la cura y la enfermedad de todos sus males.

Hyungwon era un mago con sus manos, la elegante camisa de Kihyun terminó en el suelo, los primeros botones de su pantalón desabrochados. Kihyun atrapó entre sus dientes el carnoso labio de Hyungwon y lo jaló provocando un jadeo de parte de su hombre.

- Quien vería al talentoso violinista de esta manera tan desesperado.- se burló ganándose una mordida en el cuello ¿Quién era el alfa? Hyungwon siempre era el que terminaba más marcado.
- Cállate y hazme el amor. – siempre era demandante, siempre era altanero e insoportable y así lo amaba.
- A tus órdenes, mi amor.

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