5. Muy quisquilloso

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—No te sientes de ese lado que me distraes

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—No te sientes de ese lado que me distraes.

Corro al gato con el pie hacia la derecha, así tengo solo el cesto de basura a la izquierda. El equilibro visual es una de mis manías.

Me enojaba contigo porque eras desordenada. No un poco, sino bastante. Dejabas los zapatos por doquier y cuando contabas una historia te enredabas demasiado y olvidabas los detalles importantes.

Soy difícil. Un grano en el trasero llamado Axel, lo reconozco. Tengo el presentimiento de que te volvía loca con las pequeñeces, desde dónde guardar el cargador de mi teléfono si lo tomabas prestado hasta en qué ángulo mover el televisor. Me decías que era demasiado quisquilloso e ignorabas mis pedidos algunas veces a sabiendas que no podía luchar contra mi propia naturaleza.

Sin embargo, cuando me dejaba llevar eras tú la que me recordaba mis manías o las cumplía sin que se lo dijera. Lo hacías porque creías que abriría la boca y ya estabas cansada de oírme, ¿verdad?

Lo intenté, pero no pude relajarme.

Me gusta el orden en mi desorden y puede que tú no tuvieras tiempo ni interés al ver esas pequeñeces como cosas tontas que se interponían en el disfrutar de un momento.

Una vez leí que las obsesiones pequeñitas de alguien son motivo de atracción para otros ya que las peculiaridades nos hacen quienes somos, y según tengo entendido, nos enamoramos de las personas... (Todavía estoy intentando averiguar si eras o no persona).

Hoy en día no podrías querer mis manías. No me quieres a mí, lo entiendo, pero no dejo de preguntarme si podrías cambiar de opinión. ¿Serías capaz de dejar a tu nuevo amor y volver por el viejo?

Lo peor es que aunque no tenga una respuesta concreta, siento que seguiré esperando a que regreses porque siempre fui paciente y obstinado en partes iguales.

¿Me mantengo esperanzado? Porque una parte de mí repite que no puedo esperarte toda la vida (por eso escribo en pasado, para acostumbrarme al hecho de que desapareciste), pero otra se niega a dejarte ir (por eso escribo en presente a veces).

El problema es que, por lo que veo, tú ya me soltaste hace tiempo.

—A la derecha, gato —reprocho cuando intenta pasar entre mis piernas hacia el lado del cesto de basura.

Gato sin coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora