—¿Así que piensas que la vieja Sam te dejó porque eras muy dependiente, aburrido, antiestético, inestable y quisquilloso? —pregunta la nueva Sam.
Una hora y un té con limón después de que me llamara secuestrador de gatos, estamos sentados en la alfombra con todos mis escritos dispersos alrededor y la bola de pelos durmiendo sobre ellos.
Nos turnamos para acariciarle el lomo.
—Así es. No encuentro otras razones.
Asiente pensativa y se toma unos segundos más para hacerle mimos al felino.
—¿Por qué crees que lo llamo gato sin colores si ese no es su nombre?
—Porque es negro, ¿no? —Me encojo de hombros sin señalar lo rara que es su forma de referirse a él.
—Así es, ¿pero sabías que hay una polémica acerca de eso? Hay gente que considera el negro un color, pero técnicamente es la ausencia de cualquiera de los colores, así que no deberíamos referirnos a él como uno.
Me está mareando.
—La gente suele decir que mi gato es negro, como el color, y yo digo que es uno sin colores porque no tomo el negro como uno. Somos la polémica que acabo de mencionar porque vemos lo mismo pero lo categorizamos de forma distinta —explica.
No respondo porque no sé qué decir, así que miro a la bestia peluda con el ceño fruncido en su lugar. Ella ríe porque sigo sin encontrarle sentido a lo que me dice.
—Tú eres el gato, Axel. La vieja Sam es una persona que te clasifica como color y yo no, pero a final de cuentas eso es subjetivo y tú sigues siendo un gato por sobre todas las cosas.
Siento que mi cabeza va a explotar.
—¿Me estás queriendo decir que las personas pueden definirme de diferentes formas y está mal que me obsesione con cómo me ven en lugar de ser simplemente yo y dejar que se acerquen los que quieren acariciar al gato más que aquellos preocupados por establecer si es negro como el color o un sin color? —Doy una necesitada bocanada de aire—. ¿Te refieres a que debo enfocarme en cómo me veo sin intentar hacerlo a través de sus ojos y pensamientos?
—En palabras sencillas, sí.
—¿Y por qué eres tan rebuscada entonces?
Me regala una sonrisa tan bonita que no me doy cuenta que es su turno de acariciar a la bola de pelos. Nuestras manos son un choque de trenes sobre el pelaje.
—¿Quieres discutir mi razón de ser o no ser en lugar de disfrutar que soy un gato?
Sus ojos dicen jaque-mate.
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Gato sin colores
PovídkyAxel no entiende por qué su novia lo dejó, así que escribe todos sus defectos. No sabe si incluir al gato o no.