Cuando la nueva Sam se está por ir, le pido su número de teléfono y beso en la cabeza al gato aunque dije que jamás lo haría.
No puedo evitarlo. Siento que me acaban de abrir los ojos. Tanto dueña como mascota son gatos muy sabios.
Querida vieja Sam:
Por un tiempo me viste como Axel en todo el sentido de mi existencia. Me quisiste por ser como era y yo te quise —y todavía que te quiero—, por lo mismo.
Sin embargo, en algún punto supongo que empezaste a fijarte y balancear lo que era y no era, prestando más atención a esas partes en lugar del "todo" que represento en la unión de las mismas.
No soy muy esto o aquello. Soy muy yo. Punto. No estoy seguro si te dejó de gustar que fuera tan Axel o alguien más me opacó por ser muy "él". En ese caso reconozco que no es tu culpa, ni la de ese chico o la mía. Es solo el funcionamiento de los sentimientos.
Nos enamoramos de las personas por ser muy, muy, muy ellas. Todos valemos ese amor, así que entiendo si caíste por otro (aunque duela).
Por supuesto que estoy triste, pero ya dejé de torturarme con si era o no un color que te encantaba y por qué. Soy un felino que merece mimos propios y ajenos por lo que es; no estrés, lágrimas y tristeza por lo que no.
Espero que seas feliz y ese gato que hallaste sea tuyo para siempre. Yo solo fui uno que adoptaste por unos días creyendo que era tu compañero de vida, e hice lo mismo contigo.
Nos cuidamos el uno al otro y luego nos separamos para buscar a nuestros verdaderos dueños, quienes siempre nos verán como gatos. No se van a fijar si somos o no de un color, y si lo hacen no son las personas correctas para darnos un hogar definitivo.
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Gato sin colores
Short StoryAxel no entiende por qué su novia lo dejó, así que escribe todos sus defectos. No sabe si incluir al gato o no.