Esa noche Jay acompañó a Carlos a un bar gay, no había en ello nada de particular. Era su rutina de los viernes por la noche, y aunque al principio resultaba interesante, después de un tiempo se volvía tan aburrido como cualquier otro sitio barato para un viernes por la noche.
O eso pensaba él.
Carlos desapareció como si la multitud en la pista de baile lo hubiera succionado, así que Jay se acercó a la barra y pidio un trago. Al voltear choco con un chico.
Jay levantó la mirada, ya empezando a articular una disculpa, pero se quedó frío al contemplar el par de ojos azules que le devolvían la mirada.
"Qué cliché" pensó maravillado "De todas las personas aquí tuve que chocar con el chico bonito".
"¿Pero qué estás haciendo?" Le reprochó otra voz en su cabeza "¡Disculpate con él, tonto!"
-Lo siento.- dijo Jay automáticamente.
El otro chico sonrió y hasta su sonrisa era encantadora. -Descuida.
-Soy Jay.
-Harry.
Harry pidió un trago y se sentaron en una de las mesas a conversar.
-Este es un buen lugar para encontrar a alguien- comentó Harry como si nada.
-Sí- suspiró Jay. Carlos le había dicho algo similar antes de llegar y Jay le había respondido que no molestara.
Comenzó a sonar una canción y de inmediato el semblante de Harry se animó como un niño pequeño ante la promesa de un regalo.
-Vamos a bailar- exclamó con alegría tomándolo de la mano y medio arrastrándolo hasta la pista de baile, sin importar las negativas de Jay.
En la pista Harry lo abrazo por el cuello con toda confianza y el árabe lo tomo de la cintura, moviéndose al ritmo de la música.
Bailaron toda la noche, él ojiazul volvia loco a Jay y este no lo queria aceptar.
