II

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...

Lo único que se podía oír era el movimiento de las manecillas del reloj pasando cada uno de los segundos, era molesto, porque quería hacer algo, pero había un no sé qué que me desmotivaba a buscar ese algo. Simplemente veía hacia el frente con la mano en alto para apoyar mi mentón. Con la flojera, levanto la parte superior de mi mandíbula y llevo la cuchara llena de cereal a mí boca.

Musito simulando alegría y emoción arrastrando las palabras -Desayuno de campeones. Es lo que eres, Bernadette, una campeona, wuuu.- suelto con más de falsa emoción.

La lluvia de antes ya se había detenido y el cielo ya se encontraba despejado, además el ambiente esta vez era cálido, seguramente por el sol de verano. Antes me había despertado cuando aún ni se mostraba el sol, a las 06:00 A.M. y aunque siento que tardé varias horas para lograr dormirme, no fue así, dormí mucho mejor que antes, y desperté con la energía que necesitaba. Y ahora solo me encuentro comiendo un tazón de cereal con frutas mientras veo directamente el reloj y me concentro en el sonido de las manecillas del reloj. 10:33 A.M.

-Cuanta esperanza...

Ya con el tazón vacío me levanto del sillón y me dirijo a la cocina rápido para limpiar el traste. Abro el grifo del lavabo y comienzo.

Amo esta casa, es cómoda, no muy grande, ni muy chica, dos pisos y un sótano, perfecta para mí, y aunque sea desde hace pocos meses que comencé viviendo aquí, ya siento que estuve toda mi vida aquí; y agradezco todo el esfuerzo que se hizo para conseguirla, pues fue demasiado, también para mi madre... tengo que visitarla. Aunque desearía que fuera ella quien viniera.

Tras ya más de un minuto con la mirada desconcentrada sobre mis manos lavando el traste, vuelvo de mis pensamientos y cierro el grifo, y pongo el tazón en su lugar.

Tomo mi celular, me dirijo nuevamente a la sala y me dejo caer sobre el sillón para acostarme en este.

No tengo nada pendiente que hacer actualmente. He cumplido con todas las evaluaciones y asignaciones de la universidad hasta el momento, y ya me he preparado para lo que viene; mi hogar está impecable; y tristemente no tengo amigos con quien salir, soy una chica solitaria, de vez en cuando hablo con alguna que otra persona, pero solamente pasa un rato y ya, hasta allí.

Tras tiempo después de perder el tiempo. Decido hacer algo más productivo, ¿pero el qué?

¿Quizás leer un libro?

Cuando me dirijía a la pequeña biblioteca me detuve en seco cuando percibí un fuerte olor a canela otra vez... no sabía porqué, pero ya eso me sacaba lo reconfortante del cuerpo y hasta me erizaba a piel. Con un paso más lento me acerco más y logro tomar un libro de la estantería. Encamino mi paso esta vez hacia un mesón que se encontraba en la sala.

Suelto un leve grito y doy un pequeño salto dejando caer el libro cuando repentinamente la energía se va de la casa. No es usual que pase, pero pasa.

Ya todo es difícil de ver, pues no hay muchas ventanas y la luz presente es muy tenue. Me agacho lentamente ya más calmada para recoger el libro y dejarlo sobre la mesa porque siendo sincera, mis planes acaban de ser desechos, toca para después. Soy alguien fácil de asustar, no por ser temerosa o algo, solo soy muy nerviosa y pienso mal estando tensa.

Justamente lo que me encontré en el ambiente al girar sobre mi propio eje y ver la oscura casa: tensión. Ya estaba incomoda, comencé a caminar lento y mirando hacia el alrededor con cuidado, tenía que llegar al baño, había una linterna allí, además debía de encender un generador de energía para estos casos. Nunca se ha usado desde mi estadía, es la primera vez que tengo que hacerlo, así que solo contaba con mi esperanza ¿Lo peor de todo? Es en el sótano, admiro a quien no le tiene miedo a los sótanos sin electricidad; quizás ese miedo se deba al haber visto tantas películas de terror cuando niña, pero a quien puedo mentir, aún a mi edad de veinte años me siento como una niña justo ahora, una niña que quiere hacer puchero molesta por miedo.

Ya habiendo llegado al baño, abro con lentitud el gabinete donde se encontraba la herramienta, enciendo la linterna, y con más seguridad me comienzo a mover a través de la casa.

El hedor a canela aún estaba presente en el ambiente y me extrañaba tanto, simplemente no comprendo a qué se debe eso, y ya molesta, mi nariz se vuelve a irritar.

En el camino a las escaleras tomo un pañuelo para limpiar mi nariz; debo de parecerme a Rudolf, el reno de Santa.

Ya estaba en las escaleras hacia el sótano, bajo lentamente. Pero algo me hace alentar aún más mi descenso, un muy raro sonido adornaba el ambiente, era como un ¿golpeteo...? ¿a una puerta? caigo en cuenta de que era un crujido, aunque muy extraño, parecía moverse de lugar, como si algo lo provocara con propósito, nunca había escuchado algo igual. Llego hasta abajo y asomo la cabeza lentamente moviendo la linterna de izquierda a derecha intentando divisar al provocante del sonido, aunque en realidad prefería no encontrar nada. Tuve suerte. Al menos el lugar está casi vacío, solo hay cajas, llego hasta el panel de la pared y cuando levanto mi mano, siento mi cara sudar, la piel erizada en menos de dos segundos, y mi respiración acelerar. La presión era increíble, cómo sí una mano gigante tomara mi cuerpo y me estrujara.

Cerré los ojos de golpe y sacudí varias veces la cabeza para reaccionar, ya mejor, aunque siguiendo mal, bajo la palanca que encendía el generador...

Mala suerte.

No encendió nada.

Cabizbaja, suelto un largo suspiro de derrota.

Siento algo a mis espaldas y rápidamente me doy vuelta para entrar en estado de alerta apretando con fuerza la linterna.

Me congelo al iluminar hacia el frente. Vi rápidamente algo blanco ocultarse detrás de unas cuantas cajas, intensificando el crujido en esa acción. No tengo ni idea idea de lo que eso se trataba, pero no quise averiguarlo, mi mente me decía: "ya lo sabes, la curiosidad mató al gato, así que ¡huye!".

Rápidamente cuando pude recuperar fuerzas subí las escaleras corriendo y con llave cerré la puerta al sótano. Me fui corriendo a mí habitación, y nuevamente como una niña, me escondí entre sábanas mirando la poca luz que entraba a través de la ventana.

Mi cabeza daba vueltas y mi corazón iba a mil por hora. Con los ojos cerrados pensaba: ¿Qué era eso? ¿Era un animal? ¿Qué hacía allá abajo? Lo que sea que fuese, me asustó mucho. Tras largo rato abro los ojos y para mi sorpresa, nuevamente había electricidad.

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Long HorseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora