...
El sonido generado por el grafito es lo que más persiste en mi mente. La velocidad con la que mi mano se mueve a lo largo de mi libreta es algo exagerada mientras proceso toda la información que recibe mi cerebro ante la voz de un profesor con dos doctorados. Es algo normal, he pasado la mayor parte de mi vida viendo las clases como una especie de reto de prueba, en dónde sí o sí debo de conseguir una puntuación máxima; un diez de diez; o las tres estrellas doradas.
En eso se ha basado mi nueva clase, nada complicado, empero no se puede decir que es poca cosa. Una hora completa de clase se fue volando al prestar la atención suficiente, noté como todos se fueron de inmediato al terminar la clase, como si tuvieran una urgencia a tratar, pero siempre es así ¿acaso mi sala entera tiene tanta mala suerte como para urgir al finalizar la clase?
Tras recoger mis objetos de estudio -poca cosa-, salgo de la sala y en el amplio pasillo dirijo mis pasos a otro lugar de las instalaciones.
Logro captar el sonido de unos pasos llegando con cierta brusquedad.
—¡Bernadette!
Detengo mi paso y doy la vuelta para encarar a la persona que me llamó.
—Señorita Codwell ¿cómo ha estado?— vuelve a hablar, esta vez en un tono exageradamente respetuoso.
—Oh, hola Tobías— le regalo una sonrisa—. He estado bien, supongo ¿tú cómo estás?
—Pues... demasiado bien diría yo— y sí, se notaba, caminaba de espaldas mientras iba al frente de mí, sosteniendo las caídas correas de su mochila y mostrando cierta emoción en cada paso, como si diera un pequeño saltito.
Tobías, aquel chico apenas un año mayor que yo, con una tez morena y unos ojos verdosos hermosos; un cabello afro no tan largo y unos lentes negros que le lucían genial. Una de las pocas personas que podrían ser mis amigos, o parte de mí círculo de amigos... simplemente puedo pasar ratos divertidos con él.
Tras una carcajada le digo: —Se nota que sí, ¿qué ha pasado? ¿esta vez no te rechazaron?— pronuncio lo último con tono burlón y una sonrisa algo traviesa.
—¿Sabes? No todo se trata sobre eso— me dice de la misma forma que me habló antes. Siempre evadiendo los temas que le incomodan. —¿A dónde vas?
—Pues, iba a la biblioteca, ya sabes, con la clase que acabo de ver, prefiero reforzar todo, tomar más apuntes y prepararme bien.
—Te acompaño.
Sin problema asiento en señal de acuerdo y emprendemos camino al lugar.
...
Decidí contarle un poco acerca de las extrañas cosas que había sentido a mí alrededor cuando me encontraba sola, los extraños sueños y la curiosidad que me daba todo eso, claro está, de una manera no tan explícita, poco más de lo superficial.
—Uhm...— llevó su pulgar e índice derecho a su mentón, espero unos segundos y me volvió a hablar —y... ¿al menos has investigado algo al respecto? ya sabes, debe de haber algo por algún lugar, internet por ejemplo.
—Sí, quizá revise luego en mi casa, de momento, prefiero preocuparme por la clase.
—Está bien...— un momento de silencio se disipó —los sueños y pesadillas son muy extraños, no los entiendo bien, en realidad casi nunca ni sueño— rió con su propio comentario, yo solo me mostraba interesada en lo que decía —. ¿Sabes lo que significa las serpientes dentro de tus sueños?
—He escuchado algo al respecto— en realidad sí es muy raro el tema.
La conversación sobre cosas raras en los sueños se alargó, incluso, pasamos de rarezas en sueños a sueños de rareza, y hago énfasis con eso último.
Divisamos la entrada a la biblioteca y mientras yo soltaba lágrimas a carcajadas la traspasamos. No podía evitar reír al escuchar a Tobías decir que soñó montar un delfín albino en un desierto. Una verdadera locura.
—¡Chicos! por favor, guarden silencio aquí.— la bibliotecaria nos avisó, a lo que enseguida contuve mi risa y ambos bajamos el tono de voz.
Caminamos directo a la zona donde podría haber información sobre mi clase. El lugar no estaba vacío, había unos cuantos estudiantes, lo normal, había algunos que realmente no usaban la sala solo para estudiar, algunos grupos estaban solo hablando, quizás hasta planeaban fiestas, otros muy escondidos simplemente comían al fondo. Llegamos a los estantes, tuve que subir una pequeña escalera y estirarme para alcanzar el libro que ya había fijado con mi vista, al jalarlo me llevé otro más por error, cayó al suelo -y yo también casi lo hago por intentar atraparlo-.
Tobías se ocupó de recogerlo.
—Bernie, mira esto— cerré el libro que fisgoneaba para prestarle atención al moreno —. Puede que esto te ayude un poco— se alzó quedándose con el libro caído y, en cambio, entregándome otro —esa sección entera es de psicología, noté que ese libro trata sobre sueños y sus significados, o al menos eso es lo que puedo ver.
—Oh, gracias, lo reviso luego.— la verdad el tema no me daba muchas ganas de indagarlo. Bajé con cuidado de los escalones y analicé el libro que me dió.
Ya a punto de ir a una mesa y sentarme, Tobías devolvió el libro caído a donde estaba, agradecí nuevamente por ese mínimo favor. —Bien, Bernie, ya yo me iré, sí me gustó pasar este ratito contigo, me animó más de lo que ya estaba.
Tras despedirme del chico, caminé por el pasillo formado por estantes como paredes, le eché un segundo vistazo a la sección del libro que me entregó Tobías. Uno en especial me llamó la atención, se trataba de un libro de cubierta de cuero oscuro, poco más grande los habituales en el lugar.
«Apariciones paranormales: criaturas
desconocidas»El nombre del libro captó aún más mi atención, me lo llevé junto a los otros dos.
Me senté en una de las pocas mesas que se encontraban solitarias y dejé los libros encima. Me encargué de abrir el último libro y comencé a revisar rápidamente.
Al instante me sobresalto, logro ver una imagen no muy descriptiva, pero sí muy extraña y al menos para mí sí lo lograba asimilar a lo que noches atrás soñé ver.
Ignoré el subtítulo en la página y comencé a leer los párrafos que había en su desarrollo.
«Se trata de una extraña criatura que se cree verse solamente en sueños. Es lo que se asemeja a un cabello esquelético, sin cuerpo alguno, solamente su cráneo carente de mandíbula inferior; con un cuello que parece contar con una infinidad para estirarse (o alargarse, bien sea la palabra) y una gran posibilidad para moverse, pues se puede dirigir en cualquier dirección. Basándonos en su apariencia, esta podría ser agresiva, pero de ninguna forma esto se ha comprobado. Algunas de las personas que han insinuado haber soñado o haber visto a esta criatura han asegurado percibir un fuerte olor a canela; también han mostrado que ésta produce un muy fuerte sonido al moverse, debido a la forma en la que se desplazan sus visibles huesos.»
Pude reconocer lo que era. Cambié al instante de opinión, me levanté de la mesa casi de golpe aunque de manera aún cuidadosa. Me llevé los libros y tras pedir un pase que me permitiera retirarlos de la biblioteca hacia mi casa salí del lugar.
Necesitaba investigar más profundamente lo que pasaba, o al menos lo que parecía ser. Lo recordé mientras caminaba y agradecí mentalmente a Tobías que me hizo encontrar el último libro.
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Long Horse
Paranormal"Si tan solo es un sueño ¿debería tener miedo? ¿Realmente quiero seguir aquí?" Bernadette Codwell, una chica con una vida para nada entretenida, empero no mala, al contrario, una vida muy tranquila y sin problema alguno, tiene la mala suerte de empe...