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¿Recuerdan aquello de que Jason no era un príncipe azul o tu una damisela en apuros? Bueno, quizás esa oración no estaba tan lejos de la verdad después de todo

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¿Recuerdan aquello de que Jason no era un príncipe azul o tu una damisela en apuros? Bueno, quizás esa oración no estaba tan lejos de la verdad después de todo.

Unos días después de que Jason te usara de almohada, cuestionaras tu sanidad por pensar en él como más que tu mejor amigo de toda la vida y terminaran acurrucados en el sofá y despertaras sintiéndote que habías cruzado una línea, las cosas se tornaron medio cuento de hadas.

Aquella noche estabas sola en casa viendo el Titanic, cuando unos idiotas decidieron que sería divertido secuestrar a la que parecía ser la compañera de piso de Red Hood.

Obviamente te defendiste o al menos intentaste, pero tu pierna lastimada no te permitió mucho movimiento y al final eran más de uno y lograron su cometido.

Cuando despertaste amarrada a una silla en una habitación oscura con solo una lámpara sentiste que aquello era demasiado surreal, pero cuando escuchaste la voz de Black Mask, el peor enemigo de Red Hood después del Joker, supiste que el momento era real, habían descubierto quién era la vigilante que siempre acompañaba a Red Hood y que estabas secuestrada.
Y eso que no eras una damisela en peligro.

Black Mask empezó a preguntar muchas cosas de Red Hood y algunas sobre ti y Batman. Te fue fácil deducir que la única razón por la que estabas allí era porque querían tener algo en contra de Jason, pero también sabías que el muy idiota no había calculado que moriría si Caperucita Roja aparecía por aquella puerta.

-Lo de secuestrarme no es buena idea, ¿sabes?- le dijiste en un ocasión porque sus preguntas ya te estaban aburriendo.

-Disculpa, ¿dijiste algo?- preguntó sorprendido, pues era la primera vez que hablabas en lo que llevaban de interrogatorio, si era que se le podía llamar así.

-Sí, dije que esto es una pérdida total de tiempo y que morirás pronto.- bueno, eso no era lo que dijiste, pero si lo que pensaste. Él rio como si de verdad hubieras dicho algo gracioso y tú por tu parte exhalaste cansada.

-¿Moriré pronto? ¿Por qué? ¿Por qué tu príncipe vendrá a salvarte?- preguntó con burla y lo miraste mal.

-Primero que todo: Red no es un príncipe, segundo: no necesito que me salven y tercero: claro que morirás. Red te va a matar después de esto.- y sonaste tan segura, incluso cuando ni siquiera sabías si Jason vendría.

Black Mask se rio de nuevo, pero no importaba lo que dijera o cuantos golpes te diera para que le dijeras quién era Red Hood, te mantuviste firme porque esa era la única manera de salir de allí sin ser un cadáver.

No sabes cuanto tiempo pasaste en esas cuatro paredes o atada a esa silla. Solo sabías que Caperucita Roja se estaba tardando demasiado y empezabas a creer que no vendría a buscarte, así que intentaste buscar maneras de salvarte tu misma.

Las cuales no funcionaron porque estabas adolorida y tu pierna todavía estaba lastimada.
No fue hasta cuatro o cinco días después, cuando las costillas te dolían por demasiados golpes y tu ropa apestaba, que escuchaste ruidos parecidos a disparos y explosiones cerca.

Caperucita Roja y la Fea Durmiente || Jason ToddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora