Quizás

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-¡Fea!- rodaste los ojos cuando lo escuchaste gritar desde la sala

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-¡Fea!- rodaste los ojos cuando lo escuchaste gritar desde la sala. Al parecer al idiota no se le olvidaría de ese apodo jamás en la vida.

-¡Fea la que tienes entre las piernas!- le gritaste de vuelta desde tu habitación dónde estabas viendo “The Proposal” mientras te recuperabas de algunas heridas nuevas y una vieja.

-¡Yo también te amo!- te gritó de vuelta y sonreíste, pero él no tenía que ver eso.

-¡Bien por ti!- le gritaste de vuelta mientras tomabas uno de los chocolates que habías comprado, bueno, que Jason te había comprado hacía unos días como premio de consolación por el secuestro.

Regresaste a mirar la computadora mientras le dabas una mordida a la barra y escuchabas pasos pesados por el pasillo. Jason se asomó por la puerta con lo que parecían cartas en las manos, pero decidiste entretenerte con la película en tu laptop que con él parado en tu puerta.

-Estas son tuyas.- te dijo e intentó tirártelas, pero el papel barato se estrelló antes de que siquiera tocara tu cama.- Uuups.

-Que infantil.

-No empieces que lo encuentras irresistible.- sacaste una carcajada que hizo que casi te ahogaras con la barra de chocolate mientras Jason entraba de lleno a tu habitación, recogía las cartas y te las tiraba encima para luego él tirarse en la cama. Haciendo que la computadora y todo lo que tenías en la cama brincara.

-No seas salvaje.- le dijiste antes de darle una patada con tu pierna buena. Jason simplemente te sacó la lengua en forma de mueca porque estaba más ocupado con una carta.

Le pusiste pausa a la película, aunque te hubieras perdido la mejor parte y mientras sostenías el chocolate con los dientes, abriste una de las dos cartas que estaban a tu nombre.

Una era del banco para recordarte que estabas quebrada y la otra era el cobro de la electricidad. Luego de abrirlas las echaste a un lado y te propusiste ver la película cuando Jason decidió hablar.

-Bárbara me llamó.- hiciste un sonido con tu boca llena de chocolate que indicaba algo de sorpresa.

No veías a los miembros de la Batfamily (a excepción de Bruce y Damian cuando te fueron a buscar luego de que “tu príncipe” te salvara) desde que te obligaron a guardar reposo por una pierna que no acababa de sanar. (En realidad estaba mejor que el día uno, pero todavía cojeabas).

-¿Fue para regañarte por volar un edifico en pedazos hace unos días?

-No. Bruce ya lo hizo.- dijo y se acomodó sobre su codo derecho, cerca de la computadora a tu lado izquierdo.

-¿Entonces?

-Fue para preguntarme si había recibido esto.- dijo y entonces te enseñó lo que parecía ser una invitación elegante. Sacaste un gritito de asombro y le arrancaste el cartón colorido de la mano para leerlo.

Caperucita Roja y la Fea Durmiente || Jason ToddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora