CASETE 1: CARA A

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(PLAY)  

Hola chicos y chicas. Soy Hannah Baker. En vivo y en estéreo. No me lo creo. Nada de compromisos que me hayan hecho volver. Nada de bises. Y esta vez, nada de peticiones.  No, no me lo puedo creer. Hannah Baker se suicidó Espero que estéis preparados, porque estoy a punto de contaros la historia de mi vida. Más concretamente, por qué se acabó mi vida. Y si estas escuchando estas cintas, tú eres una de las razones  ¿Qué? No!!!! No diré qué cinta te introduce en la historia. Pero no tengas miedo, si has recibido esta adorable cajita, tu nombre aparecerá...te lo prometo.  ¿Por qué iba a contar una mentira una chica muerta? Eh!! suena a chiste ¿Por qué iba a contar una mentira una chica muerta? Respuesta: porque no podría sostenerse. ¿Es esto algún tipo de retorcida nota de suicida?  Venga. Ríete. Vaya. Me había parecido divertido. Antes de morir, Hannah había grabado un montón de cintas. ¿Por qué? Las reglas son muy sencillas. Solo hay dos. Regla número uno: tú escuchas. Número dos: lo pasas. Con suerte, ninguna de las dos será fácil para ti. —¿Qué estás escuchando? 

—¡Mamá! 

                    

(PAUSA)

Me tiro sobre el radiocasete y golpeo varios botones al mismo tiempo.     —Mamá, me has asustado —digo—. No es nada. Es un proyecto del instituto. Mi respuesta válida para todo. ¿Qué llegarás tarde? Un proyecto del instituto. ¿Que necesitas más dinero? Un proyecto del instituto. Y ahora, las cintas de una chica. Una chica que hace dos semanas se tragó un puñado de pastillas. Un proyecto del instituto. —¿Puedo escucharlo? —me pregunta. —No es mío —digo mientras rasco la puntera del pie contra el suelo de cemento—. Estoy ayudando a un amigo. Es para la clase de historia, muy aburrido. —Bueno, es muy amable por tu parte —dice. Se inclina sobre mi hombro y coge un trapo polvoriento, un viejo pañal de tela mío, para sacar una cinta métrica que está escondida debajo. Después me besa en la frente—. Te dejo tranquilo. Espero hasta que escucho cómo se cierra la puerta y después colocó un dedo sobre el botón de Play. Siento los dedos, las manos, los brazos, el cuello, todo vacío. No tengo fuerza suficiente ni para apretar un solo botón del radiocasete. Cojo el pañal de tela y envuelvo la caja de zapatos en él para apartarla de mi vista. Ojalá nunca hubiera visto la caja ni las siete cintas que había dentro de ella. Darle al Play la primera vez había sido fácil. Pan comido. No tenía ni idea de lo que estaba a punto de escuchar.                                                                                                                                        Pero esta vez, es una de las cosas más terroríficas que he hecho en mi vida. Bajo el volumen y aprieto el Play.

(PLAY)

... uno: tú escuchas. Número dos: lo pasas. Con suerte, ninguna de las dos será fácil para ti. Cuando acabes de escuchar las trece caras —porque cada historia tiene trece caras—rebobina las cintas, vuélvelas a colocar en la caja y pásaselas a quien sea que continúe tu pequeña historia. Y tú, el afortunado número trece, puedes llevarte las cintas directamente al infierno. Depende de cuál sea tu religión, quizá nos veamos allí. En caso de que sientas la tentación de romper las normas, has de saber que he hecho una copia de estas cintas. Esas copias serán emitidas de una forma muy pública en caso de que este paquete no os llegue a todos. Esta no ha sido una decisión espontánea. No vuelvas a dar por sentado nada sobre mí... de nuevo. No. De ninguna forma podía pensar ella eso. Estás siendo observado.

THIRTEEN REASON WHY (En Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora