Prólogo.

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El repentino alarido que soltó mi madre al resbalar en la ducha/bañera fue lo primero que escuché al despertar.

Le advertí; eso patitos de goma para la bañera pueden salvar vidas.

El caso es que no nos sobra el dinero, y mi madre no esta dispuesta a gastar casi nada, aunque sea una herramienta indispensable para sobrevivir al día a día.

Lo que conlleva que tampoco tenga móvil.

El otro caso es que eran las cinco de la mañana y mi madre estaba en la bañera con una postura extraña, y probablemente, con un brazo roto.

-Ahora, querida madre, ¿cómo quieres que llame a una ambulancia si no tengo móvil?

-No sé, Carlota. ¿Con el teléfono fijo, quizá?

Mierda. Siempre tiene una buena excusa para todo.

Quince minutos después , estaba de camino a el hospital con mi madre a un lado, y tenía el presentimiento de que no iba a ser un buen día.

Ni puta idea.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora