Capítulo 6

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-Sientate.

Me senté.

-¿Qué le has hecho a ese chico?

-Nada, mamá. Solo intentaba ser amable.

-Entonces, ¿por qué te ha puesto una orden de alejamiento?

Larga historia. No os voy a contar lo que pasó, para que podáis cometer el mismo error y aprender de el. De nada. Son cinco euros. Solo acepto efectivo.

No era una orden muy grave, solo de 10 metros, para no tener que cambiarme de instituto.

Aunque me habían cambiado de clase. Ahora iba con Lucas.

¿Sabéis el episodio de los simpsons, en el que Lisa le pone una orden de alejamiento a Bart y calcula la distancia con un palo?

Pues el tenía un par (6, para ser exactos) de palos de escoba atados con un lazito.

Y dolía. La escoba, y que me hubiera puesto la orden. Pero la escoba más.

Como podréis comprender, no hablé mucho con él. No me iba a arriesgar. Pero un día lo vi en el pasillo y le grité si, por favor, me podía quitar la orden. No salió muy bien; me echaron de clase.

Acudí a Valeria por ayuda, ya que daba la casualidad de que su madre es abogada.

¿Habría sido genial, eh? Que su madre hubiera sido abogada. Pero no tenía tanta suerte.

Aun así, acudí a Valeria igualmente.

-Well, you can...ups, perdón, ¿estaba hablando en inglés? Me sale solo, ya sabes el bilingüismo y eso.-dijo con un inglés igual de malo que el de mi tía Paca.

Que alguien le pegue. Ya.

¿No estáis muy despiertos, eh? Pues ya le pego yo.

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Después de que Val me echara de su casa, fui a ver a Pablo. No sé porque no me abrió la puerta, si estaba dentro de casa. Le oí mientras corría lejos de la puerta. Chico extraño.

Decidí ir a casa de Marcos, a pedirle a su madre que razonara con él.

Al principio no me quería abrir la puerta, pero después de demostrarle que no llevaba animales encima accedió a dejarme pasar.

-¿Y bien?

-Esto...verá, como se lo digo...su hijo es gilipollas.

-Cariño, llevo con él desde que nació. Dime algo que no sepa.

-Bueno, pues me puso una orden de alejamiento ¿recuerda? Y pues me preguntaba, si podría decirle que me la quitara. Me resulta, eh...incómodo en el instituto. Hace que bajen mis notas-vale, esa no era la razón, pero mientras ella creyera que si-. Yo antes aprovaba todas con un ocho mínimo. El otro día saque un cinco. ¿Se lo puede creer?

Dejó su taza de té verde en la mesa. Ni idea de donde la había sacado; antes no la tenía.

-Hablaré con él, pero si le vuelves a molestar, te rapo al cero.

-NO, MI PRECIOSA MELENA NO, ¡JAMÁS ME COGERAS CON VIDA!

Empecé a correr hasta llegar a mi casa, que, por desgracia, quedaba muy lejos.

Ni puta idea.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora