~ CELINE~
- ¡No! ¡No! ¡No! – bajaba a todo dar las escaleras arreglando la cinta verde que había escogido usar en su cabello; ésta noche intentaría hacerse un peinado diferente y experimentó un poco con el mismo.
Y tan concentrada estaba en su tarea que se había olvidado por completo de la hora. Faltaban exactamente 5 minutos para las seis en punto y estaba segura que la directora cumpliría sus palabras anteriores de echar a cualquiera que llegara tarde.
Emitió un sonido de frustración pues la cinta no parecía cooperar con ella. Intentaba anudarla en un lazo, pero en vez de quedarse quieta en su sitio se resbalaba hacia abajo.
Chocó contra algo duro y frío. Tan ensimismada había estado tratando de lograr su cometido, que en su concentración no vio a la sirvienta que iba caminando de forma contraria a ella.
- Disculpe – dijo rápidamente alzando su cabeza para ver a la afectada. Su rostro se desfiguró en una mueca de sorpresa al notar que se trataba de la señora Agatha.
- Son las 6:00 señorita Celine- le recriminó la anciana observándola con detenimiento. “Ugh…como si no lo supiera ya” pensó Celine mientras su irritación iba en aumento.
- Iba camino al comedor- le contestó, finalmente logrando atar el lazo. Menudo tiempo para terminar. La señora Agatha asintió continuando su trayectoria en la dirección opuesta. Apenas si dio unos cuantos pasos, cuando escuchó el llamado de su nombre.
- Ya que se encuentra aquí – se encaminó a ella y le presentó el periódico del día - ¿Podría ser tan amable de dejar esto en el escritorio de la señora Úrsula?- Quería negarse…oh como quería negarse…pero…¿Cómo negarse? Si la sirvienta personal de la directora le cuenta que se rehusó, por tan insignificante que sea el trabajo…de seguro permanecería eternamente en la lista negra de la Señora Úrsula.
Se quedaría sin cenar entonces, que suerte tenía. Tomó el papel en sus manos y le dio reluctante una afirmativa. La mujer ni le agradeció mientras volvía a subir tranquilamente.
- Diré al personal del comedor que tiene mi permiso de llegar tarde – le informó la vieja mujer ya estando lejos. Celine alzó su entrecejo en sorpresa, intentó darle las gracias de forma apropiada, a ver si ella también aprendía un poco, pero ya había desaparecido.
Encogiéndose de hombros continuó bajando las escaleras. Giró a la izquierda y se dirigió a la esquina mas alejada del salón principal. Junto a la escalera, la esperaban cerradas las puertas dobles de la oficina de la directora.
Por un momento se sintió algo temerosa, era la oficina privada de la señora Úrsula después de todo… Solo se lo daría y saldría rápidamente de allí. No tenia por qué hacer conversación. ¿De qué iban a conversar de todos modos? Estaba segura que la mujer era tan aburrida como intimidante y esa era una cantidad bastante grande.
Tocó suavemente la puerta, pero no hubo respuesta. Lo intentó una vez mas y fue lo mismo.
Lentamente giró el picaporte de una de las puertas y asomó su rostro.
-Permiso- anunció en voz baja pero no había nadie. Entró pasando su vista por todo el lugar sin poder realmente evitarlo. Todo era bastante tosco. Un escritorio de madera rojiza en el centro, un tintero, unos archivos abiertos y una gran silla de cuero a juego. Las paredes estaban empapeladas en rosa, pero los años habían transformado el color en un grisáceo. Varios candelabros pequeños con velas encendidas colgaban de la misma dándole luz al lugar, aunque…casi no era suficiente. Al final de la habitación habían dos ventanas grandes que daban al jardín.
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Rosas de Sangre
Paranormal"Quien diría que terminaríamos cazando criaturas sobre naturales y, ademas, tratando de ser una dama de sociedad" Cinco chicas excepcionales están destinadas a cruzar sus caminos en la prodigiosa Academia Carrington para Señoritas, donde descubrirán...