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La noticia sorprendió mucho a Aome, se había hecho a la idea que si se tenía que casar con alguno sería con Bankotsu, el peliplata ya había dejado muy claro que el no se casaría con ella.
Sesshumaru se encontraba indeciso, había previsto que Aome se tendría que casar pero había planeado que se casara con su amigo, sabía perfectamente que el moreno no se atrevería a tocar a Aome y así al llegar a Londres anularía el matrimonio.

— ¿Que vamos a hacer? — preguntó el moreno preocupado.

— Busca a un sacerdote, habrá una boda el día de hoy — contestó sereno.

Aome no podía creer lo que había escuchado, ninguno de los dos le había preguntado a ella que opinaba, al fin y al cabo ella sería la novia.

— Disculpen pero, yo no quiero casarme — dijo la azabache.

Ambos hombres voltearon a mirarla, no esperaban que ella estuviera en desacuerdo — Lo siento mucho pero no tienes opción — contestó secamente el peliplata.

— ¡Cómo que no tengo opción! — gritó Aome — ¡Usted fue el que me sacó de la comodidad de mi hogar, prácticamente me secuestró! ¿Y todo para que? ¡Para tener su estúpida venganza! ¿Y aún así se atreve a decirme que no tengo opción?

Sesshumaru le echó una mirada seria, la joven tenía razón el la había secuestrado para su propio beneficio, pero al final ella también saldría beneficiada, así que el creía que ella también tenía que hacer un sacrificio.

— Bankotsu ¡Quiero un sacerdote en cinco minutos! — gritó ya enojado.

El moreno se fue a buscar entre todas esas personas lo que él peliplata queria, dejando solos a esos dos.

— Se que no soy su tipo — dijo Aome sorprendiendo al peliplata — pero si tanto le desagrado, déjeme aquí, no quiero que usted haga el “sacrificio” de casarse conmigo.

— Mira, señorita, lo último que quería era casarme con una joven mimada y caprichosa como usted, pero — dijo Sesshumaru — la necesito para atraer a Naraku, así que guardas silencio, que es una buena cualidad en las esposas.

Aome se quedó callada, sentía que no podía ser más miserable en su vida, paso de ser prisionera en su propia casa a casarse con un hombre que no la amaba y solo la utilizaría para realizar su venganza.

— Sesshumaru — dijo Bankotsu, que iba llegar acompañado de un hombre vestido de manera extraña — busqué por todos lados y no encontré a ningún sacerdote, pero este hombre puede realizar una ceremonia, es válida para el capitán del barco.

Aome solo rodó los ojos, no solo tenía que soportar casarse con Sesshumaru sino también que ni siquiera sería una ceremonia real, en ése momento no sabía si sentirse decepcionada o aliviada.

— De acuerdo, mientras sea válido para el capitán está bien. Entonces puede iniciar la ceremonia — dijo dirigiéndose al extraño hombre.

El hombre miró con atención a los novios, podía ver entusiasmo en el novio pero no podía decir lo mismo de la novia, ella no se veía como una mujer que está apunto de casarse, no había felicidad en sus ojos, comenzó a pensar que tal vez esa joven estaba siendo obligada a casarse y si eso fuera verdad, el no sería cómplice de algo tan desagradable.

— Primero, necesitó saber si desean casarse voluntariamente — dijo el hombre.

— ¡Por supuesto! Es lo que más deseo en mi vida, unir mi vida a la de la mujer que amo — dijo Sesshumaru mientras tomaba las manos de Aome y depositaba un tierno beso, Aome se sintió más nerviosa, recordó lo bien que besaba el peliplata.

Aquél hombre aún no lucía completamente convencido — ¿Y usted señorita, está aquí por su propia voluntad?

Aome quería gritar que no, que ella no deseaba unir su vida a la de un hombre que no la amaba, entonces sintió el abrazo del peliplata, y una ligera presión en su hombro, no tenía otra opción.

— Si señor, es lo que deseo.

El hombre asintió, no se encontraba muy convencido pero aún así aceptó a realizar la sencilla ceremonia.
Aquel hombre pidió a los novios que se mirarán el uno al otro, tenían que estar de frente para iniciar todo, saco de una pequeña bolsa un listón dorado, con el cual unió las manos de los novios.
Aome se encontraba demasiado nerviosa como para protestar, solo veía con atención como aquel hombre ponía un extraño aceite el la frente de cada uno, mientras les decía que era la bendición de Dios.

— Señor Taisho, debe decirle el motivo por qué quiere que ella sea la compañera de su vida.

Sesshumaru se sorprendió no imaginaba que ese hombre pediría eso, jamás en su vida había sido tierno con ninguna mujer, pero tenía que hacerlo si quería llevarla a Londres.

— Te quiero al la...

— No no no, diga el nombre de su novia primero, tome sus manos y mírela con amor, que es por lo que ustedes dos se están casando.

Sesshumaru tomó las manos de Aome, la miró con seriedad directo a los ojos, podía ver el nerviosismo de la azabache.
— Aome Higurashi, quiero vivir mi vida a tu lado, quiero despertar cada día y que lo primero que vean mis ojos sea tu  rostro, no imagino mi vida sin ti sin tu sonrisa, sin el sonido de tu voz, quiero cada día de mi vida demostrarte todo el amor que siento por ti, mi vida no tendría sentido sin ti Aome.

Aome se quedó sin palabras, le hubiera gustado que todo eso que le había dicho fuera verdad, que no se lo dijera nada más por lograr lo que él quería, pero sabía muy bien que nada de eso era verdad. Bankotsu que presenciaba todo como testigo se encontraba más sorprendido que Aome, nunca había visto esa parte del peliplata, algo en él le decía que parte de lo que Sesshumaru había dicho era verdad.

— Muy bien, ahora es su turno Señorita Higurashi, dígale algo a su futuro esposo.

Aome no sabía que decir, estaba a punto de tener un ataque de pánico, ella no se consideraba tan buena mintiendo, al menos no tanto como el peliplata.

— Princesa, solo dime lo que dices cada vez que beso tus dulces labios — dijo Sesshumaru al ver que Aome no decía nada.

Aome quería matarlo, pero tenía que seguirles el juego.

— Señor Sesshumaru Taisho, quiero compartir mi vida con usted por qué es el hombre que más amo en el mundo, mi vida sin usted no tenía sentido, al lado de usted puedo decir que soy libre y feliz. Cada día de mi vida prometo amarlo y darle el trato que usted se merece.

Sesshumaru sonrió, sabía el significado de la última frase, conociendo el carácter de la azabache sabía que lo decía con otra intención.

— Bueno ya que ambos se han dicho sus motivos, los declaro marido y mujer. Señor Taisho ya puede besar a su esposa.

Aome sacudió la cabeza, pero a Sesshumaru eso no le importó, sin pensarlo dos veces posó sus labios sobre los de Aome, no era la primera vez que la besaba, pero si la primera vez que lo hacía sin tener que robarle el beso. La azabache no protestó, el hombre que había celebrado su boda aún estaba observando con una enorme sonrisa en el rostro, Aome pensó que el se veía más feliz que ella, así que tenía que seguir bien su papel de mujer enamorada, le hubiera gustado decir que ese beso no provocaba nada en ella, pero estaría echando una mentira más al costal que ya estaba por reventar.

— ¡Felicidades! — dijo aquel hombre dando por terminada la ceremonia — Les deseo mucha felicidad, tengo que irme hay más parejas que desean casarse.

Al irse aquel hombre, Aome se separó del peliplata, era hora de dejar de fingir.

NINGUNA COMO TÚ. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora