7. Celos.

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Habían estado huyendo por más de un día, el cansancio comenzaba a afectar no solamente a los caballos, Aome se encontraba cansada y con demasiada hambre, jamás había estado sobre un caballo por tanto tiempo sentía dormida cada parte de su cuerpo, había decidido guardar silencio, no por consideración a ese par de hombres si no más bien por ella, el cansancio la estaba venciendo.

Bankotsu y Sesshumaru por su parte actuaban como si fuera un paseo de solo unos cuantos minutos, estaban acostumbrados  a cabalgar durante semanas enteras y no se daban cuenta de lo incómoda que se encontraba la joven.

— Tengo hambre — se quejó Aome.

— Falta poco para llegar a una posada donde el ejército acostumbra a descansar — contestó Sesshumaru, había esperado hace mucho que la joven comenzara a quejarse le sorprendió que aguantara tanto.

— Necesito comer algo — volvió a decir.

— Deberíamos parar un poco — intervino Bankotsu — ella no está acostumbrada a sufrir incomodidades, tengo algunas manzanas.

— Serán solo un momento — dijo el peliplata — debemos de llegar antes del anochecer a la posada.

Descansaron debajo de un gran roble, Sesshumaru no creía que fuera buena idea descansar mucho, consideraba que solo lograrían estar completamente a salvó en la posada, tenía que ser precavido, Naraku no era un hombre del que se pudieran burlar e ir por ahí como si nada.
Volteó a ver a Aome, no entendía como ella se había resignado a vivir al lado de un hombre tan cruel, ella era tan frágil, camino a su caballo y tomó la frazada con la cual se había estado abrigando, su camisón no era el adecuado, y conociendo a su amigo este no desaprovecharía la oportunidad para admirar su belleza.

— Deberías cubrirte — dijo entregando la frazada a la azabache — tu camisón no es adecuado.

Aome lo miró confundida, desde cuándo su secuestrador se preocupaba por ella, si no hubiera sido por Bankotsu aún estaría sufriendo de hambre.

— Lamento decirle que si me encuentro vestida de esta manera, es culpa suya, si planeaba secuestrarme hubiera tenido la consideración de traer conmigo una muda de ropa decente.

Sesshumaru negó con la cabeza, esa joven si que hablaba de más. — Por qué de todo tienes que hacer capricho, solo te estoy diciendoque te cubras, al llegar a la posada te conseguiré ropa.

— Pues, a mi no me molesta tu camisón — dijo Bankotsu echándole una mirada coqueta.

Aome entendió su comentario, rápidamente tomó la frazada y cubrió si cuerpo, no quería darse cuenta en la situación en la que se encontraba, estaba sola con dos hombres altos y fuertes, a la mitad de la nada. Seguramente ya la buscaban pero tardarían en encontrarla.
En el fondo la azabache se encontraba debatiendo su situación, por una parte deseaba que la encontraran no sabía que podrían hacerle ese par de hombres, pero por otro lado ahora estaba más cerca de obtener su libertad, sería más fácil de escapar de dos hombres que de Naraku y todos sus secuaces. Comenzó a observar detalladamente el lugar, alrededor solo había árboles, no se miraba ningún pueblo o alguna vivienda cerca, le sería imposible escapar.

— Ni siquiera lo pienses — dijo el peliplata llevándose una manzana a la boca.

— ¿Que no piense que? — contestó ella.

— No lograrás escapar — dijo tranquilamente Sesshumaru — no conoces este lugar y además estás descalza no podrías correr sin zapatos, hay espinas.

— No estaba pensando escapar — mintió.

— Eso espero — dijo el peliplata poniéndose de pie — debemos continuar.

NINGUNA COMO TÚ. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora