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Baje del auto al igual que el y sentí cuando el frío me rozó los brazos.

—Ven, vamos. Tenemos que ir a una de las góndolas.-Hizo un movimiento con la cabeza indicando que le siguiera.

Nos acercamos más y pude ver el agua del canal y otras tres personas que querían subir al negro transporte de madera. Me pare justo antes de subir, Jungkook me miró.

—¿Qué pasa?.-Preguntó.

—He oído que las aguas de los canales de Venecia son profundas.-Dije con temor.

El río.

—¿Tienes miedo?.

—No.-Mentira, pero tampoco quería que el pensara que soy un cobarde.

El volvió a reír.

—Ven, no tengas miedo, estas cosas son seguras.-Me extendió la mano para que yo la tomara y su cálido tacto era algo que no podía rechazar jamás.

Me tomo de la mano, sujetándome fuertemente y haciéndome sentir completamente seguro, era como si el infantil miedo de antes se hubiera evaporado como el aliento frío que sale de la boca y no tarda más de tres segundos de desaparecer.

Subí a la góndola y el se sentó a mi lado mientras que las otras tres personas se sentaban delante de nosotros. El gondolero comenzó a remar y el bote comenzó a moverse, me estremecí un poco. Jungkook me miró, y en su miraba había una ternura que brillaba, ese par de ojos que brincaban una auténtica protección con el resplandor que soltaban.

—¿Estas bien?.-Pregunto y su voz se llenó de dulzura.

—Perfectamente.-Musite atontado.

Me sonrió y aquella sonrisa hizo que miles de burbujas se inflaran en mi estomago y flotaron en el.

Mire hacia arriba, sintiéndome más seguro que hace unos segundos y me tope con el cielo grisáceo. Luego mire hacia mis lados, los ladrillos se elevaban formando un edificio barroco y arcaico de color beige. Oía el murmullo ininteligible para mí, puesto que su idioma era diferente al mío; mientras que el gondolero pasaba el remo por el agua y hacía mover la góndola provocando que la brisa me acaricia el rostro.

—¿Sabes por qué se llama el puente de los suspiros?.-Pregunto Jungkook interrumpiendo mi análisis del paisaje.

—¿Por que?.

—Bueno, este puente une al Palacio del Duque con la antigua prisión de la adquisición. Da acceso a los calabozos del palacio y los prisioneros veían desde aquí el cielo y el mar por última vez, y suspiraban.

—Nada romántico.-Me reí.

—No, pero la gente le ha dado tanta fama que el nombre les sirvió a unos poetas para inspirarse en ese género literario.

Me reí, encantado con su brillante explicación.

—¿Por que te ríes?.-Pregunto divertido.

—Porque pareces de esos maestros del colegio y me hace sentir como un alumno.

—Perché in questo caso sono felice di essere il vostro insegnante.-Rio.

No se que me había dicho, pero lo que sea me hizo ruborizar, el acento italiano adornaba su melodiosa voz de terciopelo y hacía que las burbujas de mi estómago se agrandaran más.

MANUAL DE LO PROHIBIDO(KooV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora