Capitulo 12

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Su cuerpo se acomodo lenta y delicadamente sobre el mío, sus manos recorrieron desde mis muslos hasta el inicio de las copas de mi sujetador. Cuando llego a este ejerció una leve presión, ni muy fuerte, ni muy suave, lo justo para darme cierto placer. Siguió su recorrido hasta llegar a mi hombros, allí bajo las tiras; sus manos eran suaves, incluso no llegaba a apoyar toda su palma en mi piel. Eran mas roces.

Me tocaba como si de un lienzo se tratará, uno tan frágil y delicado que con la mas mínima fuerza, se fuera a destruir. Me sentía segura, era linda esa sensación. Fue justo en ese momento cuando me di cuenta de cuan vacía estaba. De la necesidad de amor y cariño que necesitaba, que mi cuerpo pedía, y se lo permití.

Quedé expuesta, solo tenia una pequeña tela que cubría mi cuerpo y pronto, por primera vez en mi vida quedaría expuesta totalmente ante alguien. Sus ojos se conectaron con los míos, justo como nuestras bocas y cuerpos.

Él ya no tenia pantalón, estábamos a la par. Imité uno de sus movimientos y quede arriba yo. Los besos no cesaron. justo debajo de mi pelvis sentía algo, yo sabia que era ese algo y también lo quería sentir. Mis caderas se movieron sin ritmo o dirección alguna, sobre aquello; lo único que me cubría se empezó a arrugar y concentrase en esa zona tan sensible. Los jadeos llenaron el lugar, no solo míos, de ambos. La conexión era tan fuerte que en un instante sus manos llegaron a mis glúteos y con su ayuda los movimientos fueron cada vez mas fuertes y rápidos, mi frente se junto con la suya, compartíamos el mismo aire, su aliento se fusionaba con el mío. Mis senos estaban pegados a sus pectorales, sus pezones abajo de los míos. Éramos uno solo.

Rápidamente llevo dos de sus dedos al lugar donde estábamos mas conectados que nunca. Me alcé un poco dándole paso y presionó. La sensación fue tan nueva y satisfactoria que mi cabeza se fue hacia atrás, mis labios se abrieron y desde mis pulmones salió mi primer gemido. Siguió y siguió. No llegue a saber cuantas veces hizo lo mismo, ni cuanto tiempo paso. Solo quería disfrutar y sacar de mi mente todo lo que rondaba diariamente en ella. Era mi momento, nuestro momento. Después de tanto tiempo sentí una de las maravillas de la humanidad y fue él quién la ocasiono...

-...-

Ya había pasado unos 10 minutos, los mas lentos de mi vida. El silencio era sepulcral. Aún no sabia si era algo bueno o malo, tal vez ambos estábamos analizando lo que acababa de pasar. Lo fuerte y único que fue.

Aún llevaba mi ropa interior, el igual. Su cuerpo rodeaba el mío con una de sus manos, mientras en la otra apoyaba su cabeza. Su respiración era tranquila, como los latidos de su corazón, estaba mirando el techo. Quise saber que pasaba por su cabeza, ¿en qué estaría pensando? o incluso, ¿estaba pensando en algo? Sin embargo no dije nada, me gustaba escuchar sus latidos, me daba paz.

Un rato después mi celular sonó, el silencio se acabo y la realidad llego. Lleve mi mano hasta el aparato y en la pantalla apareció "Mamá". Mire a Mateo y me asintió. Contesté

-Aló?

-Hija -saludo mi madre

-Hola ma' -como extrañaba decir eso

-¿Que más? ¿Qué tal Argentina? -escuche decir mientras buscaba con la mirada algo para cubrirme

-Bien, bien. Es muy chévere. No como Medellín obviamente, pero me agrada -Me acomode bien el celular- ¿y allá? ¿Qué han hecho?

-Bien hija, todos muy bien Gracias a Dios -Sonreí. A pesar de todos los problemas mi madre siempre había sido muy creyente, como mi abuela y el resto de su familia.

-Me alegro mucho mami -Pase su camisa por mi cabeza- mándales muchos saludos de mi parte por favor, que los quiero mucho

-Bueno hija -Ya estaba vestida

-Listo ma, te amo, dale un beso a Tigre de mi parte -Me despedí

-Yo también, adiós

Suspiré, no me gustaba estar así con ella, la necesitaba, siempre habíamos sido muy unidas, pero ahora, todo había cambiado. Yo en un nuevo país, y ella allá. Lejos.

Busqué sus ojos hasta que los encontré, su ceño estaba fruncido, me miraba con duda, buscando una respuesta. Pudo ser por el acento que salió a la vista, había logrado tenerlo algo controlado o tal vez por el "mami". Esperé su pregunta pero nunca llego. Me sentí aliviada, aun no me sentía preparada para hablar

-Debo irme -susurré

CUATRO -Mateo Palacios y MajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora