❝ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 05❞

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Jeongin realmente no había sido plenamente feliz en toda su vida, aquel sentimiento era casi completamente desconocido para él, y recordaba a la perfección la última vez que había sentido su corazón saltar de la felicidad que estaba embargándolo. Lo recordaba perfectamente, aun cuando le habían ordenado en muchas ocasiones que debía de olvidarse de ello, que debía de mantener aquel recuerdo y la sensación de placer que había sentido en aquellos momentos, muy lejos de él, de sus pensamientos y recuerdo. Aunque, lo cierto era que, aquello realmente era muy inevitable, por mucho que trataba de olvidarlo, no podía y no negaba que, deseaba sentir nuevamente aquella satisfacción.

Y es que, aquel sentimiento que lo llenaba por completo, nuevamente se estaba extendiendo por todo su interior, llenándolo completamente de orgullo, satisfacción y felicidad. 

El sufrimiento ajeno no puede causarte felicidad.

A la mierda con todas esas tonterías llenas de moralidad y valores inservibles. Él no temía de decir que, realmente disfrutaba del dolor ajeno, le divertía por completo ver a los demás sufriendo y es que, él jamás podría llegar a sentirse de aquella manera, el dolor no era algo que él hubiese experimentado antes, al menos solamente el dolor físico. Le causaba una sensación de placer el observar como aquellos que lo merecían, sufrían hasta pedir por piedad, tal y como terminaría Hwang Hyunjin y como había terminado aquel asqueroso ser que se decía llamar su padre.

Le asqueaban aquellas personas que humillaban a los demás, aquellos que se aprovechaban de los más frágiles, los que lastimaban a los que no lo merecían. Aquellos que lastimaban a los demás, merecían sufrir, incluso más que todo el dolor que le habían generado a todas esas personas.

Él estaba muy consciente que, no era ningún tipo de Dios para cobrar justicia por los pecados que cometían los demás y, de hecho, él no buscaba aquello claramente. Él solamente adoraba ver como aquel tipo de personas tan repugnantes obtenían lo que se merecían por lastimar a los demás, le encantaba verlos suplicando por una misera pizca de piedad, adoraba ver como finalmente, luego de mucho tiempo, pagaban por todo el daño que le causaban a otras personas.

Y es que, cuando él tan solamente tenía ocho años de edad, era testigo de todo el dolor por el que tenía que pasar su madre, una mujer frágil, bondadosa y con un corazón completamente noble, ella que siempre había sido tan buena persona, sufría a diario. Y es que, aquel idiota que lo había engendrado, era tan cruel y despiadado que golpeaba a diario a la mujer que decía amar y Jeongin realmente detestaba ver aquello y escuchar todos aquellos insultos dirigidos hacia la persona que más amaba. Le repudiaba ver aquella sonrisa llena de satisfacción en los labios de aquel ser tan horrible, le repudiaba todo aquello, especialmente porque su madre no había tratado de defenderse alguna vez y solamente suplicaba por un poco de piedad, para que toda aquella pesadilla terminase.

Sin embargo, aquellos lamentos jamás habían sido escuchados y ella sufría de tanto dolor a diario.

Y Jeongin siempre había amado demasiado a su madre, ella siempre había sido la única que había estado para él, la que siempre, aun con todo el dolor, le sonreía genuinamente. Y Jeongin la amaba tanto, que era capaz de hacer cualquier cosa solamente por ella, por su felicidad.

Y realmente odiaba ver cómo día a día era cruelmente golpeada e insultada.

Él siempre, desde muy pequeño había sido un niño demasiado tranquilo, amable e inteligente. Nunca le había dado problemas a su madre o siquiera en la escuela, siempre había sido un niño bastante admirado por las madres de sus otros compañeros. Para todos, él era un niño bastante tranquilo, dulce e incluso tierno.

Y lo era.

Sin embargo, él no estaba creciendo en un ambiente completamente sano y correcto para un niño de tan solo ocho años. Porque estaba creciendo mientras observaba como su padre agredía física y psicológicamente a su madre, mientras la desesperación y el dolor invadían su corazoncito. Estaba observando como la persona que más amaba y adoraba en el mundo, se estaba convirtiendo en alguien frágil con cada golpe que recibía. Él estaba creciendo en un ambiente que no era para nada apto para un niño tan dulce como lo era él.

Devil #1 |Hyunin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora