—¡¿Estás loco?! ¡No lo eches a perder ahora! ¿Por qué vas a ofrecer tu existencia por él? ¡Sólo espera un poco, está a punto de entregarte su alma!
—¡No Sung Kyu! ¡No le quitaré su alma! Amo a Sung Yeol, y no voy a lastimarlo. Será mejor para él que yo desaparezca. Será mejor que no recuerde nada de lo que ha pasado. Él es feliz, y quiero que lo siga siendo por el resto de su vida...
—¡Myung Soo!
—¡Sung Kyu! Eres mi hermano... Hazme ese favor.
El demonio suspiró, cerrando los ojos. Su hermano menor se enamoró de nuevo y él no podía hacer otra cosa más que verlo destruirse por sí solo. Lo había sabido siempre: Myung Soo era especial.
—Está bien. Lo haré.
Sung Kyu se dio la vuelta y desapareció poco a poco entre el lúgubre humo ante la atenta mirada de Myung Soo. Bajó la vista y suspiró profundamente.
—Gracias...◇◇
Sung Yeol abrió los ojos con lentitud y observó a su pequeña mascota durmiendo en su almohada. Myung Soo se veía tan tierno enroscado sobre su cola y sus diminutas patas, que el joven no pudo evitar acercar su mano hasta la cabeza del animalito para acariciarlo con delicadeza. El gatito negro se removió por su acto, y después abrió los ojos, bostezando largamente y estirando sus patas delanteras. Sung Yeol sonrió, y se sentó sobre el colchón para tomarlo entre sus brazos.
—Buenos días. ¿Quieres desayunar? —e preguntó, sonriendo, y el pequeño gatito restregó la cabeza en su abdomen varias veces.
Lee preparó el desayuno después de darse una ducha rápida, tomó sus cosas y, acomodándose su gorro, se despidió de Myung Soo desde la puerta de su casa para ir al trabajo. Caminó con una gran sonrisa en su rostro que después fue desapareciendo poco a poco. Su corazón latió con fuerza, y deseó que su turno en la librería terminara pronto para volver al lado de Myung Soo....
Sung Yeol regresó al atardecer y encontró al pequeño gatito dormido en su cama. Había pasado al supermercado minutos antes y le había comprado unos cuantos trozos de carne. Fue a la cocina y empezó a preparar la cena, pero tiempo después observó con alegría y sorpresa como el minino se frotaba contra sus pantorrillas y no pudo evitar embozar una linda sonrisa.
Al terminar de cenar, Sung Yeol se dirigió a su habitación y se puso el pijama, tomó al gatito entre sus brazos y, antes de acomodarse en el colchón, le dio un tierno beso al animalito en la cabeza. Lee sonrió, metiéndose bajo el grueso cobertor.◇◇
La tenue luz del día se coló por la ventana y Sung Yeol abrió los ojos poco a poco, embozando una pequeña sonrisa seguida de un leve color rosado en sus mejillas. Entrecerró los ojos, y luego acercó sus labios hasta la frente de Myung Soo que permanecía dormido a su lado, mientras que con un par de sus dedos removió un mechón de su sedoso cabello negro.
El demonio frunció el ceño y abrió los ojos, besando con ternura los suaves labios de Lee mientras sonreía sobre su contacto.
—¿Cómo dormiste? —preguntó Myung Soo, rozando la punta de su nariz con la del chico.
—Muy bien, ¿y tú?
Myung Soo volvió a besar al muchacho con delicadeza.
—De maravilla.Era el día libre de Sung Yeol y el muchacho planeó pasar todas las horas que restaban, hasta que llegara la noche, al lado de Myung Soo.
Desayunaron en la mesa del comedor mientras jugaban a darse pequeños bocados entre sí del desayuno que prepararon. Myung Soo había ayudado a picar un poco de fruta y Sung Yeol hizo unos rollos de huevo adornados con algo de salsa de tomate.
Después de eso, Lee lo llevó hasta el sofá y le enseñó un par de fotos de cuando era pequeño. Myung Soo no paró de decirle que era el niño más lindo del mundo, hasta que ambos se pusieron de acuerdo para salir a caminar.
Sung Yeol le prestó un abrigo y una bufanda para sacarlo por primera vez a dar un paseo. Anduvieron un par de horas por las calles y se sentaron en una de las bancas del parque que se encontraba a dos cuadras de la casa de Lee.
Vieron a los niños jugar sobre el hielo que yacía congelado en el centro y rieron en varias ocasiones al observar cómo se divertían los pequeños. Alimentaron a unas cuantas palomas con las boronas de las hamburguesas que compraron antes de llegar ahí. Y luego fueron hasta la parada del transporte público para tomar un autobús y dirigirse a los límites de la cuidad. Subieron una pequeña colina, y observaron cómo empezaban a aparecer algunas estrellas pese a lo nublado que estaba el cielo por la temporada.
Myung Soo quedó sorprendido por lo simple y maravillosa que era la vida de los humanos, y en ese preciso momento pensó más que nunca en querer desaparecer de la vida de aquel joven para que siguiera disfrutando de los años que le restaban.
Ambos regresaron a la casa y, a la hora de la cena, compartieron un gran emparedado y un par de capuchinos que habían comprado en una tienda de autoservicio. Después de Sung Yeol, Myung Soo se metió al baño para tomar una ducha y, cuando salió, observó el cuarto del muchacho adornado con velas aromáticas y solo la luz de la lámpara estaba encendida.
El demonio abrió los ojos con sorpresa, y las piernas le empezaron a temblar cuando se acercó a la cama y observó a Sung Yeol sonreírle con picardía, a la vez que retiraba el cobertor de su cuerpo para mostrarle que estaba desnudo.
—¿M-me prestas un pijama? —le dijo MyungSoo, nervioso, tragando saliva en silencio al mismo tiempo que sujetaba más la toalla que llevaba enredada en la cintura.
—¿Pijama? Pero si siempre duermes desnudo —aclaró Sung Yeol, sentándose en el colchón—. Ven, vamos a dormir.
Lee extendió su mano y Myung Soo parpadeó. Dejó caer la tela que cubría su entrepierna y se metió bajo el cobertor con rapidez, enredándose hasta casi cubrir su rostro. Sung Yeol le sonrió, jalando la cobija para apartarla de su cuerpo y, con un repentino movimiento, se sentó sobre las caderas de Myung Soo.
El demonio aguantó la respiración. Sintió la tibia piel del muchacho y notó que su miembro había quedado atrapado entre los glúteos de Sung Yeol. Se quedó estático, y trató de contener la excitación que estaba creciendo sin remedio en su interior.
Entonces, Sung Yeol tomó de nuevo la cobija y se dejó caer sobre el pecho del azabache, enterrando su rostro en el hueco de su cuello mientras se removía sobre sus caderas. Lo sujetó con suavidad de los hombros, y sintió a Myung Soo estremecerse cuando comenzó a recorrer su piel con la punta de su lengua.
Temblando por la sensación, a Myung Soo le fue imposible no subir sus manos hasta la espalda y cabeza del muchacho para acariciarlo con algo de impaciencia. Unos cuantos gemidos escaparon de su garganta cuando Sung Yeol se removió sobre su pene, y apretó los ojos cuando Lee empezó a succionar la piel de su clavícula.
Myung Soo sintió como el muchacho le hacía varias marcas. El miembro del demonio se llenó de sangre cuando Sung Yeol se frotó eróticamente contra él y, cuando sintió la dura erección de Lee, abrió los ojos con rapidez y apartó al muchacho de su torso.
—Sung Yeol, vamos a dormir. Mañana tienes que trabajar y no quiero que te desveles —explicó el demonio, sonriendo con nerviosismo mientras el otro joven enarcaba una ceja, desconcertado.
—No importa, solo será esta noche —dijo, acercándose de nuevo para capturar sus labios en un apasionado beso. Myung Soo le correspondió por un momento, pero otra vez lo separó de su cuerpo sintiendo su respiración entrecortarse.
—Sung Yeol, t-tengo sueño... vamos a dor-...
Su boca se vio apresada por la del muchacho una vez más y no tuvo más remedio que girarse con algo de fuerza para dejarlo su cuerpo. Su respiración ya era errática, y observó cómo Sung Yeol se mordía los labios provocativamente, invitándolo a devorarlos.
—Myung Soo, ¿qué te pasa? ¿Por qué ahora que quiero estar contigo, me rechazas?
—Yo... es que...
—Quiero estar contigo. Quiero que me toques, que me beses. Quiero que me hagas el amor...
Myung Soo abrió más los ojos. Su corazón empezó a bombear la sangre con rapidez y su cuerpo comenzó a temblar. Quería estar con Sung Yeol de la misma forma que el muchacho quería estar con él, sin embargo, sabía que si llegaban a ese punto, ya no podría evitar que su alma fuera arrancada de su cuerpo.
Y Myung no quería eso.
El demonio se había enamorado tanto de Sung Yeol, que prefería ser borrado de ese mundo. Quería desaparecer para siempre de los pensamientos de Lee para que regresara a su vida normal, como si nunca hubiera sabido de su existencia.
Por eso, ese día, aceptó ir con Sung Yeol a todos lados, y sabía que no se iba a arrepentir cuando su hermano mayor le borrara la memoria, porque conoció el verdadero amor, y estaba dispuesto a entregarse a su destino final con tal de que su amado siguiera siendo feliz.
—¿Por qué ahora quieres hacerlo? No es necesario, si no estás listo, puedo esperar. Puedo esperar todo lo que tú quieras.
—¡Ya no quiero esperar! Estoy completamente seguro que quiero estar contigo. —Sung Yeol se apoyó en sus codos y acercó sus labios a los del demonio, depositando un casto beso en ellos—. Quiero entregarme a ti, Myung Soo... Tómame, por favor.
El demonio cerró los ojos, sujetándo a Sung Yeol de la nuca, besándolo con toda la pasión que se había acumulado en su interior y, cuando cortó el contacto, clavó su mirada en la de Lee, embozó una pequeña sonrisa, y luego exhaló con suavidad sobre el rostro del joven.
Sung Yeol sintió el dulce soplo de Myung Soo y entrecerró los ojos, percibiendo la tibieza de su aliento mientras inundaba sus pulmones con el dulce aroma. Nunca había olido algo como aquello. Empezó a sentir sus párpados pesados, y de pronto se dejó caer sobre el colchón.
El demonio sujetó a Sung Yeol cuando quedó inconsciente. Lo acomodó en la cama y lo cubrió con el cobertor. Suspiró profundo y depositó un corto beso en su frente, sonriendo con algo de tristeza mientras delineaba su rostro con las yemas de sus dedos.
Myung Soo se levantó de la cama y caminó hasta la cocina para salir al patio trasero. Levantó el rostro hacia el cielo y vio como comenzaban a caer diminutos copos de nieve. Sus ojos brillaron de rojo con el tenue resplandor de la luna y, de pronto, su pulcro y elegante traje negro apareció sobre su cuerpo. Entrecerró los ojos, inhaló profundo y, girando sobre sus talones, su mirada se encontró con la de su hermano mayor, quien había aparecido a su espalda.
—Mañana hay luna nueva, Sung Kyu.
El nombrado bufó por lo bajo y se acercó más a su hermano, metiendo sus manos a los bolsillos de su pantalón al tiempo que le observaba con algo de pena, aunque, era más grande su enojo por la decisión que había tomado el demonio.
—Solo te quedan un día, Myung Soo. Espero que lo disfrutes.
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Soy yo... | MyungYeol
Fanfiction•SINOPSIS• "¿Por qué aquel gatito negro que Sung Yeol adoptó un frío día de invierno, se puede transformar en humano?" Versión MyungYeol de mi propio Fanfic: "Soy yo... (WooGyu)" ☆Temática BL (INFINITE) | Myung Soo - Sung Yeol (MyungYeol). ☆Universo...