[Capítulo 4]

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Capítulo IV

Había pasado cerca de una hora y tú no aparecías, ya todos en el escuadrón se habían enterado, y te buscaban con desespero

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Había pasado cerca de una hora y tú no aparecías, ya todos en el escuadrón se habían enterado, y te buscaban con desespero.

Jean bufaba cada nada, caminaba a la par con Eren, quien empezaba a irritarse.

– ¿Podrías dejar de hacer eso? –Dijo con tono elevado, mirándolo inquisidor.

–No. –Demandó retador, viéndolo igual–. Esa no debería andarse escondiendo por vaya a saber qué tontería…

– ¡Cállate! Si lo hizo tendrá sus razones –alegó empujándolo con fuerza, haciendo que chocara contra una de las paredes externas del castillo. Estaban cerca de las caballerizas, al frente de la edificación, justo en el lado opuesto a donde te encontrabas.

–Ya veo… –dijo de pronto Jean, sonriendo de manera socarrona solo para causarle más molestias al de ojos verdes–. ¿Te gusta?

– ¿Qué?

–Sí. Le das mucha importancia, ¿no es así?

–Eso no viene al caso –dijo cruzándose de brazos. Su amiga estaba desaparecida y el castaño cenizo salía con eso.

–No has respondido, Eren, ¿debería tomarlo como un sí?

–No, deja de hablar tanto y ayúdame a encontrarla. –Realmente no le importaba si le creía o no, pero necesitaba saber si se encontraba bien.

El castaño cenizo rodó los ojos y negó con la cabeza.

–Bien. Tú sigue buscando aquí, yo iré a la parte de atrás.

Eren asintió y caminó alejándose de Kirchtein sin decir nada. Él, por el contrario, vaciló un rato y dio vuelta, yendo directo hacia el patio trasero, que daba hacia un pequeño espacio verde en el que nadie había entrado. ¿Qué tal que estuviera ahí? No había buscado y ya habían recorrido todo el lugar.

Soltó un suspiro y caminó hacia el sitio con pereza, escuchando un leve sollozo y quejidos quedos.

Caminó sigiloso y se abrió paso entre el campo de árboles para dar con una laguna escondida, la cual no recibía muchos rayos de sol, pero los suficientes para dar un ambiente cálido.

– ¿[Nombre]? –Indagó viendo una figura recostada en el césped, con el cabello sobre la cara y moviéndose de vez en cuando.

Se acercó otro poco y se arrodilló junto a la figura. Hizo a un lado su cabello y vio el rostro fruncido de la joven a quien todos buscaban. Dormía, pero no parecía tener un buen sueño.

–N-no… –Te quejaste de repente, abrazando con mayor fuerza tu diario contra tu pecho.

Jean te miró con pesar y acarició tu frente, pasando sus dedos a tu cabello para soltar un suspiro.

Cicatrices (Levi Ackerman x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora