[Capítulo 6]

153 23 5
                                    

Capítulo VI

Luego de haber terminado con tu dibujo, recibiste un té que preparó el sargento y te quedaste esperando un rato

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Luego de haber terminado con tu dibujo, recibiste un té que preparó el sargento y te quedaste esperando un rato. Tu superior no apartaba su mirada preocupada de ti.

– ¿Mejor? –Dijo de pronto, recibiendo un silencioso asentimiento de tu parte–. Dios, [Nombre]… me tenías preocupado…

La frase llevó a tu cabeza la imagen de cierta pelirroja de coletas y actitud atrevida. Isabel.

–Sargento… –el susodicho volteó hacia ti y se sentó a tu lado, aún preocupado. Nunca habías visto una actitud tan extraña y fuera de lo normal en él–. Usted… ¿conocía a Isabel?

La sangre del pelinegro se heló por completo, provocando que tragase saliva de manera disimulada, manteniendo su gesto.

–Por Isabel… ¿a quién te refieres?

Te quedaste en silencio y soltarte un suspiro largo, negando con suavidad.

–A nadie... –respondiste con decepción, algo te impedía preguntar. No sabías qué, pero te causaba estupor.

El de ojos azules se puso en pie y señaló una cama cerca de su escritorio, haciendo que un gesto confundido se marcara en tu rostro, hablando por ti.

–No me creo eso de que si te dejo salir descansarás como es debido… –te sermoneó, volviendo a señalar la cama, esta vez con más insistencia–. Eres mi subordinada, y debo encargarme de que estés en buen estado para las misiones fuera de los muros.

Ahora entendías por dónde iba todo.

Te encogiste de hombros y asentiste, caminando obediente hasta la cama. Olía a limpio al igual que toda la habitación, y lucía pulcra, su tendido estaba tan bien hecho que te causaba malestar la idea de dañarlo con el peso de tu cuerpo.

Diste un último vistazo hacia Levi, quien movió la cabeza señalando el sitio por tercera vez, haciendo notar su impaciencia, negaste resignada por completo y te quitaste las botas para recostarte dándole la espalda, tu superior te cubrió con una manta gris y escuchaste sus pasos ir hacia el escritorio.

Era cómodo, de seguro podrías dormirte rápido. O eso creías, ya que también estaba el factor del sargento y su mirada sobre ti para comprobar que dormías el tiempo necesario.

Fijaste tu mirada en la pared blanca y te sumiste en tus pensamientos.

Fijaste tu mirada en la pared blanca y te sumiste en tus pensamientos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cicatrices (Levi Ackerman x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora