Mi fijación

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Es un hecho poco común que los miembros del clan Nara, shinobi, en particular, tienden a elegir algo en la vida y a fijarse en él por el resto de sus vidas. Es más conocido entre los shinobi de Konoha, pero nadie tiende a publicitar una debilidad tan grande de un clan tan fuerte. Menos cuando el líder del clan podría buscar maneras ingeniosas para torturar a quien se metiera con su fijación. Después de todo, lo que más miedo daba en la aldea aparte de un Nara centrado era uno enojado. Y más sí su fijación estaba en peligro.

Por supuesto, cuando Shikaku sentó a su hijo para explicarle sobre la fijación, también explicó que, dependiendo de lo que fuera, podría ser su mayor fortaleza y su debilidad. La propia fijación de Shikaku de engañar a sus oponentes tendió a ser de gran ayuda, pero era un niño de guerra y la fijación de Shikamaru probablemente sería menos útil.

—Entonces, ¿dijiste que no elegimos la fijación?, ¿Solo sabemos cuándo la encontramos?—Shikamaru tenía una mano en la barbilla en una posición de pensamiento. Parecía más adorable que serio ya que solo tiene diez años.

Shikaku asintió ante las preguntas de su hijo.

—¿Y puede ser una persona?—Shikamaru preguntó realmente interesado por la respuesta.

Shikaku suspiró antes de asentir nuevamente.

—Problemático. Creo que ya encontré la mía—Shikamaru se tumbó en el suelo sobre su espalda.

Shikaku quiso reírse ante la expresión de su pobre hijo, como este se inclino hacia atrás con una sonrisa torcida. Pero con una mirada llena de determinación que nunca había visto antes.

—¿Hmmmp?—hubiera sido correcto usar un para nada elegante “¿qué?”, pero Shikamaru conocía perfectamente a su padre. Ese sonido solo era una invitación para hablar.

—Hay un chico en mi salón—declaró mirando al techo con atención—que se llama Uzumaki Naruto es una bola de energía pura.

La risa de Shikaku fue tan inesperada, que Shikamaru miró a su padre con ojos relucientes y llenos de enojo.

—No me importa lo que digas tú o mi mamá—exclamó enojado ante la risa desconocida de su padre—sí hacen a Naruto triste, juro que...

Él niño de diez años y cabello oscuro no pudo terminar de hablar cuando su padre noto la amenaza y la ira escrita por todas partes de su rostro.

—No, no Shika, me estoy riendo porque esto realmente es problemático para ti—la sonrisa sincera parecía disminuir la reacción de su hijo—he escuchado que es una bola de energía pura. Lo dijiste y tú eres demasiado flojo.

Shikamaru suspiro en solo pensar como manejar la energía de Naruto. Pero no pudo evitar pensar en la sensación que le provocaba mirarlo, era tan cálido, llamativo. Era como contemplar nubes en un hermoso día soleado con el cielo de un azul vibrante que le recordaba ligeramente al color de los ojos de Naruto.

—Papá, hay tantas cosas que están mal con Naruto—aseguró preocupado recordando lo corto que era él rubio para su edad.

—¿Qué quieres decir, hijo?

Shikamaru suspiro agotado pensando en el fastidio que sería enseñarle a su padre todo lo que estaba mal con su fijación. Pero pensar en la posibilidad de verlo sonreír de verdad lo ánimo para abordar esos temas con sus padres. Tal vez podrían mejorar algo en la vida de su obsesión.
Shikaku escucho pacientemente cada pequeña cosa que su hijo de diez años señaló y Yoshino prometió ayudar, ya que su fijación era ser cuidadora.

Al día siguiente Shikamaru camino decidido hasta el banco de Naruto y con un caminar tranquilo pero perezoso se deslizo por el banco para ocupar el puesto a lado del rubio.

—Hola, ¿necesitas algo Shikamaru?—pregunto Naruto sorprendido por ver al chico hacerle compañía—creo que Chōji ha guardado tu lugar.

—Él estará bien—aseguro—prefiero sentarme junto a ti a partir de ahora.

—¿En serio?—la voz emocionada del rubio rompió al Nara de una forma abrumadora.

Una sensación mortal que gritaba proteger y arruinar la vida de quien haya hecho daño a su obsesión se instaló en su pecho. Fue como un gruñido furioso que reclamaba como pack al chico rubio. Su propia sombra vibraba enojada ante la sola idea del chico siendo intimidado.

—Lo juro, nunca volverás a estar solo—prometió mirando a los bonitos ojos y a esa sonrisa que se volvió real.

Por primera vez en su corta vida Naruto confío en alguien más. Solo asintió y sonrió tan grande, tan hermoso que Shikamaru tuvo que ocultarse entre sus brazos y fingir que dormía para no mostrar el rastro rojo que apareció por sus mejillas hasta el puente de la nariz dejando en evidencia su vergüenza.

—Te despierto cuando inicien las clases—prometió con una risa enfática de fondo.

Shikamaru le creyó, aunque le mintiera siempre iba ha quererlo cerca suyo.
Con los días Naruto se volvió fácil, Chōji pregunto y cuando obtuvo su respuesta solo pudo asentir feliz. Ino fue más difícil, cuestionó a Naruto por todo, hasta que un día Sakura le grito a Naruto sobre ser raro y un monstruo.

—¡Ya basta!—sentenció el pequeño Nara parándose enfrente de Naruto con los brazos extendidos protegiendo al niño de cualquiera—¡No permitiré que le hablen así, es mío!

Sasuke se sorprendió de lo imponente y amenazador que podía sonar un niño. Pero eso no evito que se enojara, ¿cómo que Naruto era suyo?

—¡Naruto no puede ser tuyo!—declaró él chico de cabello oscuro—¡No tienes derecho a decidir por él!

Todo comenzó porque él pequeño Uchiha no quería estar cerca de Sakura, Ino u alguna otra chica que estuviera rondando lo. Hasta que Naruto se unió a él a pesar de su rivalidad. Al parecer Shikamaru se había quedado atorado hablando con Iruka sobre como era de vital importancia que en todas las clases estuviera ha lado del rubio.

Comenzó con una discusión y un par de risas. Con pucheros infantiles, hasta que las niñas los miraron y atacaron a Naruto.

—¡Es mi fijación, mi obsesión, es mío!—reclamo con las mejillas enrojecidas de ira—¡por tu culpa esta llorando no puedes acercarte!

Ino miró sorprendida ha su amigo. Aunque pocas veces hablaron, se llevaron bien por sus padres y porque realmente se dejaban ser.

—¡Eso fue culpa de Ino y Sakura!—señaló él niño enojado intentando consolar al rubio.

—¡Qué te alejes, dije!—abrazo a su rubio problemático y evito a cualquiera—¡le diré a tú papá Ino!

Se llevó al niño de ojos azules con Iruka-sensei para ver sí estaba bien. Mientras se arrastraba con la promesa sombría de hacer pagar a todos los que hicieron que su fijación se pusiera tan triste.

Fijación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora