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Alonzo se dirigió a Leonardo, el capo estaba tan concentrado en aquel saco de box, que ni siquiera sintió la presencia del sicario.
- ¿que es lo que quieres? - cuestionó León al ver al sicario a través de los espejos del gimnasio
- ci sono problemi nel blu - murmuró con voz cansada
- ¿que carajos pasa? - pregunto enojado pasandose una toalla por su torzo desnudo, limpiando el sudor.
- la familia Bellucci es lo que pasa - explicó - Rafaelle secuestró a Matteo
El temor recorrió el cuerpo de Leonardo, si algo le habia prometido a su padre antes de morir era que iba a proteger a sus hermanos de todo y de todos, Rafaelle Bellucci era el principal en la lista de enemigos, sabía que no iba a titubear en matar al menor de los hermanos Morelli.
- prepara el Jet, hoy mismo regresamos a Sicilia - ordeno el Lider tomando su teléfono, tenia que hablar con Massimo para preparar todo, si Bellucci queria guerra, guerra iba a tener.
Los días pasaban y aunque le costara admitirlo, Lessie comenzaba a sentir la ausencia del italiano, ya no habia ramos de flores esperandola por las mañanas, no habia recibido textos o llamadas del italiano, y comenzaba a extrañarlo por increible que sonara eso.
Natalie estaba a su lado parloteando de lo increiblemente perfecto que era James con ella, la voz de Natalie y las voces de la televisión quedaron en segundo plano cuando su teléfono sonó en un mensaje de texto
💬: ¿ya sientes mi ausencia ?
💬: no lo creo, ni me acordaba de ti ¿quien dices que eres?
El teléfono no sonó más pero se alegraba que al menos estuviera bien, se auto regaño al preocuparse por Leonrardo, ni siquiera lo conocía, no tenia porque sentir aquel peculiar hueco en su pecho cada vez que recordaba que el italiano estaba a miles de kilometros.
Faltaban menos de 1 semana para la gran semana de la moda en Milán, había miles de cosas por hacer aún y el estres la estaba sobrepasando, Natalie se habia ofrecido a ayudarle lo más que pudiera pero la modelo tambien tenia sus propias ocupaciones.
- Andy, traeme un café y dos pastillas para el dolor de cabeza - le pidió por el interlocutor
- si, señorita Alier - respondió
Los e-mails no dejaban de llegar y el sonido del teléfono la estaba volviendo loca, necesitaba un respiro y una hamburguesa doble con papas fritas.
Leonardo bajo del auto blindado, Alonzo y Massimo iban a sus espaldas cuidando al líder, todos sabian de lo que era capaz de hacer Rafaelle.
El guardia del club de poker se hizo un lado al reconocer a los hermanos Morelli, Leonardo subió las escaleras que conducían al privado sin importarle los dos sicarios que cuidaban la entrada, Alonzo los hizo a un lado con un par de golpes y entonces los hermanos Morelli se dirigieron a la mesa donde bebia Rafaelle y sus perros guardianes mientras disfrutaban del baile que les hacian las prostitutas.
-benvenuto capo di tutti i capos, vuoi un whisky? - saludo con burla. Matteo iba a pagar con su vida el haberse acostado con la menor de sus hermanas , Sophia vivia en una burbuja que no le permitia ver lo prohibido que era liarse con la Costa Nostra.
- ¿donde esta Matteo? - preguntó Leonardo rojo de la ira - te voy a volar los cesos de un balazo si le tocaste un pelo
- esta donde se merece estar - escupió con rabia el lider de la de corona unita- el hijo de puta se atrevió a tocar a Sophia, no es nada personal, signore, pero la familia es sagrada.
La paciencia de Massimo no era precisamente grande, la voz del hijo de puta le estaba perforando los timpanos, sin previó aviso le disparó a los guardias en la cabeza, la sangre de ambos hombres marcharon la camisa de Raffaelle.
- ¡donde mierda esta Matteo!- grito Leonardo sintiendo la ira caminar por su torrente sanguineo
- se va a pudrir en lo más recondito de este bar, voy a disfrutar ver como se lo comen las ratas lentamente...- susurró el sicario con una sonrisa burlona, Leonardo sacó el arma de su cinturón y le disparo en ambas piernas haciendo que él jefe de la Corona Unita callera de rodillas.
El acompañante de Raffaelle quiso acercarse pero antes de que tomará la pistola de la mesa, Alonzo le disparo en la mano derecha provocando que soltara el arma.