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» ◌ ⁺ ┊͙ᵎ ˚𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐂𝐢𝐧𝐜𝐨 ˚ ᵎ┊͙ ⁺  ◌ «

Nunca se había permitido tocar a otro hombre, sabía sin duda, que Heechul estaría allí, su presencia fantasmal vibrando en cada roce de labios o de piel. La culpa apretó los hombros de Siwon. Estaba en la casa de Dios pensando en estar en la cama con un hombre. ¿Qué le pasaba?

Tentación. Es solo tentación. Una prueba.

Algo para resistir, para que su fe y él salgan más fuertes del otro lado.

Era por eso que se sentía tan débil, ¿verdad? ¿Porque todavía estaba siendo probado, en lugar de mirar hacia atrás y ver cuánto había aprendido y crecido? Unas semanas, meses, años después, sería un mejor hombre y un mejor cristiano. Cuando la paloma llegara con la rama de olivo y el diluvio hubiera terminado, entonces podría ser tan fuerte como Dios quería que fuera. Pero hoy, era el perfecto pecador. Todo un pecador débil, tentado y herido.

¿Y qué pasa con todo lo que he leído? ¿Sobre las traducciones erróneas y las malas interpretaciones?

Había preguntado a lo largo de los años. Había puesto artículos, y viejos y polvorientos textos académicos frente a sus mentores, y cada vez, se encontró con el mismo rechazo. Sin importar cuanto lo desmenuzara

—Dios condena la homosexualidad. ¿Por qué no lo haría?

Cada vez que buscaba claridad, las aguas solo se enlodaban más hasta que ya no sabía qué creer. Se sabía las Escrituras al revés y al derecho y podía guiar con seguridad a su congregación, pero cuando se trató de encontrar respuestas sobre el amor entre dos personas del mismo sexo, terminaba vacío. Porque no es amor. Es perversión. Entonces, ¿por qué se siente así? Siwon se apartó del banco y continuó hacia el frente de la iglesia. Allí, subió los tres escalones que conducían al altar y se arrodilló. Con el corazón palpitándole, levantó la mirada hacia el crucifijo. Una sensación de paz, o al menos de consuelo, debería haberlo inundado, pero no fue así. No había nada. Ninguna sensación de fuerza renovada y ninguna voz suave y tranquila que le dijera que fue lo bastante fuerte como para
terminarlo. Ni siquiera una sutil y silenciosa señal con la cabeza para recordarle que pertenecía aquí, con el Señor, no en algún otro lugar con Heechul.

Siwon negó. Eso había sido ridículo. Dios tenía mejores cosas que hacer que decirle meticulosamente algo que él ya sabía. El cielo es azul. El agua está mojada. Y no tienes nada que hacer con Heechul.

Pero ese dolor en su pecho... ¿Por qué todavía dolía tanto después de todo este tiempo? Se frotó los ojos y dejó escapar un largo suspiro. Todavía dolía porque esa era la consecuencia de pecar. El dolor estaba ahí para recordarle por qué no podía regresar.
Excepto que no dolió hasta después que lo dejé. Esa era la naturaleza del pecado a veces. Se sentía genial en el
momento, y el diablo se aseguraba de que doliera implacablemente el dejarlo. Heechul era una droga que Siwon no se atrevía permitir en su sistema de nuevo. Pero esto no dolía como si estuviera tratando de resistirse a un pecado que lo hacía sentirse bien o a la droga del día. Se suponía que resistir al pecado y la tentación era difícil, pero este dolor en su pecho cortaba directamente su corazón. Le había tomado mucho tiempo superar esa sensacion de vacío, y una sola mirada a Heechul esta mañana, lo había traído todo de vuelta.

No es que alguna vez hubiera estado lejos de la superficie. Aplastado e ignorado, tal vez, pero siempre allí. Siempre esperando entre bastidores por algo para llevarlo de vuelta al
escenario principal. Los últimos cinco años habían sido una larga prueba de fe. Siwon había demostrado su amor, devoción y sumisión a Dios cada vez que no había buscado a Heechul y
vuelto hacia él, a sus brazos y su cama. Nada en el mundo había sido una tentación mayor que el hermoso y dulce hombre que pacientemente había sacado a Siwon del armario

Sins ›𝙨𝙞𝙘𝙝𝙪𝙡‹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora