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Hábiles. Masculinos. Fuertes...Moviéndose rítmicamente al compás de la música. Aquí y allá, dónde mirara Katsuki, allí estaban. Había traseros por todas partes, cubiertos con tan sólo por diminutas tangas.

Atravesó la muchedumbre de mujeres y hombres que gritaban <<Muévete, guapo, muévete>> y que llenaban Traseros Desnudos, un selecto club de striptease situado en el centro de Phoenix y donde sólo se permitía la entrada a un selecto grupo de personas. Katsuki estaba pasando por un largo periodo de sequía sexual, por lo que la visión de aquellos exquisitos ejemplos de masculinidad lo hacía sentir un calorcito en su parte baja...

La selección de hombres era impresionante. No le resultaría difícil encontrar un bailarín para la fiesta de despedida de su hermana, como muy bien le había dicho su vecino Shoto Todoroki.

Con el que, por cierto, había tenido una conversación un tanto extraña...

Esa mañana Katsuki había estado sacando de su Mini Cooper las cosas para la fiesta y, justo en el peor momento, se le había roto una bolsa cayendo todo al suelo. La acera había quedado cubierta de preservativos que brillaban en la oscuridad, esposas de terciopelo. Al ver que Shoto acudía a ayudarlo, Katsuki había estado a punto de echarlo para evitar que viera todos aquellos regalitos. Sabía que su vecino se azoraba con facilidad, pues cada vez que lo veía en bañador por la piscina de la comunidad, se ponía a tartamudear y ni siquiera era capaz de mirarlo a la cara. Y cada vez que él se quejaba de su inexistente vida sexual, se le ponían las mejillas del color de la remolacha.

Era un buen tipo, siempre dispuesto a ayudar. Tenía el atractivo de un profesor despistado, a pesar de sus enormes gafas, de la ropa deforme que se empeñaba en ponerse, pero lo cierto era que tenía una sonrisa preciosa que siempre hacía que Katsuki tuviera una banda de mariposas revoloteando en su estómago.

En resumen, su vecino era un diamante en bruto esperando a que llegará la persona adecuada y lo puliera. Pero esa persona no sería él.

Para empezar, Shoto era un cerebrito doctorado en arqueología, mientras que él ni siquiera había conseguido acabar el instituto. Bien era cierto que había obtenido el titulo de artesano, pero eso no había hecho que dejará de sentirse inseguro por su falta de formación.

Además, Shoto era de esos hombres a los que sólo les interesaban las relaciones estables, mientras que Katsuki había aprendido a golpes que la vida era demasiado corta. Su nueva filosofía de vivir el presente no le permitía comprometerse con nadie para siempre.

Y, sin embargo, no podía dejar de fantasear con él.

Ahí estaba el problema, lo que necesitaba era dejar de pensar en su adorable vecino y tener una aventura salvaje con un rebelde, con alguien que supusiera un desafío, una locura. Algo que Shoto y sus fósiles no eran en absoluto.

Por eso cuando Shoto le había dado la caja de ropa interior comestible sin decir nada y su mano le había rozado los dedos un instante, Katsuki había preferido no hacer caso de la descarga eléctrica que le había provocado tan breve contacto.

-Qué suerte la mía -Había dicho Katsuki sin siquiera mirarlo a los ojos- Primero me falla la empresa de catering, después me llama el stripper para cancelar su actuación y ahora se me rompe la jodida bolsa.

-¿Un stripper?

-Sí, para la despedida de soltera de Emiko. Es el sábado por la noche.

-Yo sé dónde puedes encontrar otro. Un amigo mío trabaja en un club que se llama Traseros Desnudos. Es "Monsieur Enmascarado". Dile que vas de mi parte.

Y allí estaba, sexualmente necesitado y rodeado de hombres prácticamente desnudos. 




¡Hola nuevamente!, espero que les agrade esta nueva historia y de antemano muchas gracias por leer mis historias.

 (*≧∀≦*)

Doble Vida [TodoBaku], ¡Completado!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora