9. El arrepentido

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Sin darte cuenta la vida puede cambiar, tu lugar seguro puede convertirse en el más peligroso, la persona más querida puede convertirse en una desconocida, esa es la vida, incierta, inestable y a veces demasiado impredecible.

No se me cruzó por la cabeza que Emanuel sintiera tantas cosas por su ex y que encima de eso saliera conmigo.

¿Por qué lo hizo? No tengo la menor idea.

Solo sé que aparte de mentiroso es un buen actor, sus palabras parecían sinceras, sus llamadas parecían sinceras, sus abrazos sus besos, todo parecían sincero, pero desgraciadamente vivimos en un mundo donde las apariencias le ganan a la realidad.

Sin ganas enciendo el celular, lo tenía apagado porque parecía que iba a explotar hace unos días con tantos mensajes de texto que él me dejó, tipo.

—Elena, ¿te encuentras bien?

—¿Por qué no respondes mis llamadas?

—¿Ya no quieres salir conmigo?

—Si estás pasando por algo difícil puedes confiar en mí, estoy para escucharte.

Hipócrita susurra mi mente.

A decir verdad, me dolió verlo defendiendo a Verónica y aún más escucharlo decir "todavía me pasan cosas contigo".

Fue muy duro por el simple hecho de que empezaba a sentir cosas por él, cosas que no se sienten por cualquiera, pero por más difícil que parezca pasará, no voy a permitir que me vean la cara de estúpida una vez más.

Decido levantarme luego de una semana y media. Sí, pasé algunas noches llorando porque lo extrañaba, otras me las pasé rompiendo cosas, solo me levantaba para ir al baño y comer, pero a este punto ya me encuentro más estable.

Ninguna separación duele para siempre, todo absolutamente todo se puede superar.

Hoy he decidido salir sola, lo necesito urgentemente.

Carla ha estado en cada día para mí y es algo que le agradezco, realmente ella es una amiga fenomenal.

Viendo la hora para no salir tan tarde, me arreglo el cabello, me aplico un poco de maquillaje para cubrir las ojeras, me pongo mi ropa favorita y salgo a caminar.

Carla no quería que viniera sola, quizá teme que vaya a tirarme de algún puente, o algo por el estilo, pero lo cierto es que no quiero hacer eso, solo quiero acostarme en el pasto y esperar que el cielo se vaya llenando de estrellas, eso me relaja y de alguna manera siento que mamá es una estrella que cuida de mí desde la distancia.

Entro a un local para comprar unas sodas y golosinas para el camino, cuando estoy caminando me gusta ir bebiendo o masticando algo es raro, mamá siempre me decía que no lo hiciera, pero a mí me gustaba y sigue gustando, aparte nunca fui una hija ejemplar.

Llevo 20 minutos caminando y al fin consigo un lugar agradable, árboles al rededor, un cielo despejado y un corazón por curar, me acuesto sin más preámbulo a esperar la llegada de las estrellas, cierro mis ojos e intento imaginar que el dolor no está, que solo fue un sueño y que no puede atormentarme toda la vida, deseando que el dolor se vaya como un mensaje divino el dolor se presenta en carne y hueso.

—¿Qué te ocurre? —Una voz que conozco bien penetra mis oídos.

Esa voz que me susurraba unos falsos, pero agradables te quiero.

No tengo idea de cómo llego hasta aquí.

Tengo la impresión de que me estaba siguiendo. Una orden de alejamiento no le caería nada mal.

Amor Fugaz ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora