5: A Shizun no le gustan los perros.

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La diosa Guanyin es una figura muy venerada en el continente asiático.  Originalmente las prácticas budistas vinieron de los hindús, alterando a las costumbres a su antojo y dependiendo del lugar de Asia. No era nuevo que miles de personas extranjeras y locales vinieran a dar sus respetos a la diosa de la compasión. Lo risible de ésta diosa no era el como fue tallada, tampoco que la figura de bronce se estuviera oxidando.

Risible era como el híbrido, ese gatito blanco tan tierno, la veía con ojos fénix carentes de emoción. No estaba cegado del miedo o rencor, estaba incómodo y había caído muy bajo como para arrodillarse ante la estatua. 

¿Quién no perdería la dignidad luego de arrodillarse y reverenciar ocho veces para presentar respetos ante un dios que claramente es su verdugo?

¡Era como darle agradecimientos a alguien que te había profanado! 

Se sintió muy molesto. La lectura del monje le pareció muy aburrida, no abrió la boca para decirle una mínima palabra en seguimiento a las palabras del sacerdote parlante. Es más, fulminaba con la mirada al bronce tallado a molde de la imagen que tenían de Guanyin. 

Diosa de compasión... 

¿De quién te estás compadeciendo? 

¿De Chu Xun convertido completamente en un felino?

¿De la tristeza de mi madre al no volver a ver a verme?

¿Te estás compadeciendo de mí? 

Quiso preguntarle, alzarle la voz y llenarla de preguntas que no iban a tener respuesta. Por primera vez en su vida felina, sintió cólera mezclada con desasosiego. Todas éstas personas le estaban llenando de elogios, recitando agradecimientos y venerando a la figura religiosa. Shizun no sabía quien era más inmoral, ¿la diosa qué maldijo a sus antecesores o la gente qué estaba en el templo? Tanto humanos como seres celestiales eran injustos.

Como políticos que juraban paz pero terminaban acabando con una nación, para así mantenerse a ellos mismos en el poder.

O jueces con principios rectos juzgando a un agresor sexual, para luego dejarlo impune.

Eran lo mismo. No había diferencia entre humanos o dioses. El mundo seguía siendo injusto, ni la diosa Guanyin iba a ser igual de recta. Aunque Shizun intentara romper su maldición, no tendría éxito. 

"Shizun."

Aquel entonces que estaba arrodillado con la mirada afilada y desconfiada, expectante a la estoica estatua de bronce oxidado; pensamientos fueron interrumpidos por la voz preocupada de Mo WeiYu. Habían pasado minutos desde que la lectura terminó y su mascota no se había levantado del suelo cuando todos ya lo habían hecho.

Los únicos que estaban en el suelo, aún arrodillados, eran la pareja de humano e híbrido. 

Parecía ser que Shizun estaba en un debate consigo mismo, buscando respuesta a sus propias preguntas que tenía hacia el ente. No estaba dispuesto a decirlas en voz alta, mucho menos frente a Mo Ran.

Aún no tenía las agallas o confianza para contarle el por qué no es un humano corriente.

Cuando Shizun dirigió la fulminante mirada, la furia fue sentida por Mo Ran. Esa mirada se clavó en su carne y huesos, la sangre fluyó nerviosamente a traves de su sistema. El par de ojos amenazantes le estaban dando una indicación pero Mo Ran no la entendió, callado por breves momentos se quedó en su sitio mientras miraba a su Shizun con tanto esmero.

Finalmente, los labios se separaron y el híbrido musitó tres palabras que hicieron que la fisonomía más gruesa y robusta; se levantara.

"Quiero estar solo."

My Cat Shizun. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora