Habían pasado dos largos días desde que Cisco la había amenazado con no dejar los laboratorios hasta que esta sane por completo, lo cual, no era problema ni tampoco molestia para ella, gracias a sus habilidades sanaba con mas rapidez y la compañía de Jesse; la hija de Harrison Wells la acompañaba a todo momento desde que llego. Era agradable sus visitas, la hacía sentir mas cómoda en los laboratorios después de tanta mirada de desagrado de la morena mandona de Iris West quien parecía reinar los laboratorios sin éxito alguno.—¿Piensas unirte?—pregunto Jesse jugando con su sabana inquieta, quería verla más seguido, no había tenido mas amigas que Caitlin en esta ciudad.
—Estoy acostumbrada a ser solo yo y mis dos amigos.—suspiro acomodando su largo cabello.—¿Crees que les agrade la idea de que me una a su equipo? Es decir, siento que es demasiado pronto como para aceptar...
—A pesar de ser muy pronto parece que a Cisco le das muy buena vibra, quizá por ello te quiere dentro a como de lugar. —se burló Jesse. Si, como no negarlo, ella y Cusco Ramón habían comentado de una manera inigualable, este podía persigue aquella bondad en la castaña, algo que sin duda le hacía falta al equipo.
—Aparte, no creo que se equivoque, a todos les agradas, aunque aquí entre nos; Iris no se ve muy convencida.—rieron ambas. Era obvio aquella tensión entre ambas sin si quiera conocerse.
—¿Como se encuentra Caitlin?—pregunto curiosa y preocupada.
No había tenido el honor de conocerla pues parece que Zoom llegó a hacerle tanto daño dejándola traumatizada por completo. Quería saber más de aquella mente brillante pero le era imposible por lo sucedido y esto la obligaba a odiar más al encapuchado de negro.
—Ah, está descansando solo necesita recuperar fuerzas.—suspiro Jesse levantándose de su silla.—¿Te apetece pizza?
—Levantarme de aquí suena mejor.
—¡Trata de no matarte en el intento! —gritó saliendo de la habitación en busca de provisiones.
Tomó toda la fuerza entre sus dos brazos para apoyarse en el colchón y empujarse hacia al frente tratando de bajar de la camilla pero uno de sus pies adormecidos le jugaron una mala decisión al intentar pisar con seguridad causando que tambalease apuntó de caer de la manera más patética posible hasta que aquel rayo llegó justo a tiempo para retenerla con cuidado evitando que cayera haciéndola sentir totalmente avergonzada.